domingo, 30 de septiembre de 2012

El Monopolio Del Desarrollo Social En Guatemala


El Monopolio Del Desarrollo Social En Guatemala
En su reciente viaje a Nueva York para participar en la 67 Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Otto Pérez Molina, recibió de manos del expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, un reconocimiento por la iniciativa Hambre Cero, impulsada desde el actual gobierno.
Una fotografía que circuló en sitios de noticias muestra a Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos, mientras abraza al sonriente Harold Caballeros, el canciller guatemalteco, y a Pérez Molina que con su sonrisa moderada mira hacia la cámara. No cabe duda que fue un buen momento. No solo para Pérez Molina. La apelación es ver más allá de la imagen de esa fotografía: es un momento especialmente bueno para Guatemala.

Y acá la clave: los programas de desarrollo social han roto paradigmas históricos y ahora trascienden a la narrativa nacional. En 2011, durante los meses de campaña electoral, era común escuchar frases de expertos que resaltaban que el secreto de éxito para cualquier candidato a la Presidencia de Guatemala era ofrecer más. Era una abierta referencia a los programas sociales que impulsó el gobierno de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Entonces, durante esos meses de cancioncitas y promesas electoreras, se escucharon repetir varios tipos de propuestas: el propio Harold Caballeros habló de una “Súper Tortilla”; Álvaro Arzú mencionó quizá el plan más ambicioso con proyectos sociales de vivienda; Manuel Baldizón endulzó los oídos de la clase trabajadora al hablar de un bono anual; y Pérez Molina junto con la vicepresidenta Roxana Baldetti, hablaron de ampliar el alcance de los programas sociales.
El monopolio del discurso de desarrollo social se rompió. No fue más exclusivo de un gobierno, de un partido político, o de una Primera Dama. Se derramó hacia el resto de actores políticos y, como nunca antes, los gremios de profesionales, las cámaras productoras, el capital asociado, pues, adoptó también ese lenguaje.

Ese es realmente el mérito que encierra el evento y el reconocimiento de la Fundación Clinton: el combate al hambre, la lucha contra la pobreza, las intenciones de un país para saldar una perpetua deuda social.

Es un proceso histórico que arrancó y permanecerá. En mucho ese mérito de la fotografía es también para Sandra Torres ex primera dama. En su era, los programas de asistencia social, enfocados en salud y educación, podían ser sujetos a una crítica objetiva porque al ser ejecutados de manera apresurada, en el corto plazo, no midieron ni alcance ni factibilidad. Era común escuchar que los salones de las escuelas de primaria no se daban a basto para cubrir la demanda. O que la demanda de servicios hospitalarios estaba, simplemente, fuera de la capacidad de respuesta de los centros de salud y hospitales nacionales.
Sus críticos más objetivos solían replicar: si se echa andar para dejar a la gente a medias, entonces ¿qué sentido tiene? Y la respuesta de sus colaboradores solía ser: si no se echa de esa manera ahora, aquí y ahora, entonces ¿cuándo?
Más, ciertamente, no pudieron ser criticados por falta de ejecución. El trabajo impulsado desde el gobierno de la UNE tiene un significado histórico: una fisura en el muro de iniquidad. Hubo intentos anteriores, pero nunca antes fueron programas de gobierno que se tranformaron, ya se ve, en políticas estatales que no podrán retrotraerse.

El reto de la clase gobernante, pues, es sostener ese alcance y mejorar la calidad, que permanentemente criticó el Partido Patriota desde la oposición.

La pregunta al gobierno actual es cuán comprometido está con la tarea, cuán comprometidos en sostener esos reconocimientos que hacen sonreir al presidente Pérez Molina en las fotografías. Y la respuesta, francamente, indica que no existe un compromiso fuerte.

El proyecto de Presupuesto Nacional 2013 evidencia que Desarrollo Social permanece con la misma asignación de Q1.2 millardos. En español simple y ligero: ¡ni un centavo más! Y aunque la Secretaría de Seguridad Alimentaria (Sesan) registra, en cifras relativas, un aumento de los Q42.7 millones a los Q111.4 millones, la realidad es que la distribución de recursos revela que los gastos de educación y agricultura disminuyen. Se quedan pequeños, por ejemplo, frente al aumento en la cartera de Defensa Nacional –un préstamo para la adquisición de equipo– e Infraestructura –líquido para pago de deudas.

La ecuación del Gobierno es simple: menos lápices y menos cuadernos, más aviones y más radares, con más concreto. Frente a esa fórmula, entonces, la fotografía de los hombres sonrientes empieza a hacerse borrosa. ¿De qué manera hacerla permanente?
Por: Claudia Méndez Arriaza • cmendeza@elperiodico.com.gt • Twitter: @cmendeza

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Planificar la Guatemala del 2032


Planificar la Guatemala del 2032
Un estudio elaborado por la Segeplan muestra cómo podría ser el país dentro de 20 años.

Es el 2032. La población guatemalteca sobrepasa los 22 millones de habitantes, un 65 por ciento de ellos vive en las áreas urbanas. Los trabajos se han modernizado, los niveles de escolaridad mejoraron, las tasas de homicidios se redujeron, la producción agrícola se destina exclusivamente para la exportación y diez ciudades lideran el crecimiento económico del país.

Podría pensarse en una novela de ficción al leer las líneas anteriores, sin embargo, se trata de las proyecciones elaboradas por los “futurólogos” de la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan), cuya finalidad es dar luces al Gobierno e inversionistas para que prevengan qué sectores son los indicados para inyectar capital durante los próximos 20 años.

El estudio “Guatemala 2032: una visión para el nuevo Katún”, fue presentado por Fernando Carrera, jefe de Segeplan, al presidente Otto Pérez Molina, durante la reunión de Gabinete del 26 de agosto pasado.

En el documento, al cual elPeriódico tuvo acceso, se muestra cómo serán las ciudades del futuro, dónde se desarrollará el empleo, así como un despliegue de necesidades que deberán atenderse, como la generación de energía eléctrica, fuentes de agua potable y la construcción de viviendas.

Más población urbana

En 2020 se proyecta que más del 65 por ciento de la población residirá en áreas urbanas, contra un 35 por ciento que vivirá en el campo. Actualmente, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el 58 por ciento de la población nacional es urbana y el 42 por ciento restante vive en áreas rurales, demostrando con esto que las ciudades medianas están creciendo, la capital no.

Lo cual conlleva a planificar el desarrollo para el 2032, de lo contrario el crecimiento del país sería desordenado. Por ello el informe de Segeplan propone el desarrollo de ciudades intermedias, modernas, conectadas, como nodos de comercio regional.

El modelo propuesto para la construcción de la ciudad compacta se llama Transecto, es un plano que imita a la ciudad Nueva York, Estados Unidos, la cual posee en la parte baja un espacio exclusivo para uso residencial relativamente separado del área industrial y comercial; posteriormente la creación de grandes avenidas donde fluiría tránsito pesado de rutas importantes, seguido de parques urbanos, más espacio empresarial, áreas de siembra y finalmente bosques protegidos.

“Lo que se busca es tener la información para planificar las ciudades del futuro y deben ser compactas y cuyo suelo tenga espacio para la vivienda social y una mezcla en el uso del suelo; asimismo deben existir áreas verdes seguras para la recreación y accesibilidad a un eficiente transporte público masivo”, destaca el informe de Segeplan.

¿Cuáles serán las ciudades del futuro?

Según las proyecciones de la Segeplan, en 2032 la población será aproximadamente de 22 millones de habitantes, lo cual modificará inevitablemente la composición urbana que se percibe en la actualidad, ya que existirán ciudades que congregarán entre uno y dos millones de personas, convirtiéndose en grandes generadores de empleo y atracción de inversiones.

Guatemala y Quetzaltenango serán las 2 megaciudades del futuro. La mancha urbana proyectada revela que el Área Metropolitana de Guatemala se ampliará hasta Palín, Escuintla, y Sanarate, El Progreso, y contará con una población de 5.73 millones de habitantes en 2032. Mientras que el Área Metropolitana de Quetzaltenango contará con 2.31 millones de vecinos.

Junto a estas habrá otras tres ciudades estratégicas con más de un millón de habitantes que serán Cobán (absorbe Carchá y San Juan Chamelco) con 1.89 millones de habitantes, Retalhuleu-Mazatenango con 1.45 millones; seguida por Huehuetenango con 1.15 millones de vecinos.

Además habrá 8 ciudades intermedias con una población de más de 300 mil personas. Estas serán: Jutiapa y Los Encuentros (Quiché), con 900 mil habitantes cada una; Escuintla, con 840 mil; Zacapa-Chiquimula, con 750 mil entre ambas; Puerto Barrios (Izabal), con 610 mil; Ixcán (Quiché)-Barillas (Huehuetenango), con 440 mil; Flores (absorbe Santa Elena y San Benito) con 410 mil; y Poptún (también en Petén) con 290 mil habitantes.

Estas ciudades intermedias se convertirán en pequeñas potencias económicas para el país, si junto con el desarrollo de una metrópoli ordenada durante los próximos 20 años se desarrollan en paralelo, nodos urbanos conectados por una red de transporte multimodal (autopistas, aeropuertos y trenes) que serán los puntos de articulación de los corredores de crecimiento. 

Agua y energía para el futuro

El desarrollo de las nuevas ciudades del futuro conlleva también la ubicación y distribución de fuentes de agua potable, así como la generación de energía eléctrica, esto con el fin de planificar dentro de los próximos 20 años para asegurar la disponibilidad de estos servicios básicos.

Según el documento, existen 250 millones de metros cúbicos de agua disponibles principalmente en las 3 vertientes que atraviesan el país y que nacen en las sierras de los Cuchumatanes y de las Minas, así como la vertiente del Pacífico que alimentan los cauces subterráneos aledaños.

La Segeplan visualiza la construcción de un corredor de distribución de agua potable que podría abastecer del líquido sin problemas a las ciudades de Huehuetenango, Quiché, las Verapaces, Poptún, en Petén; Izabal y Zacapa; San Marcos, Totonicapán, Quetzaltenango, Sololá, Chimaltenango, Sacatepéquez, Suchitepéquez, Escuintla, Santa Rosa, Jutiapa, Jalapa y El Progreso.

En cuanto a la generación de energía, actualmente existen 19 centrales hidroeléctricas operando, de las cuales destacan Chixoy, sobre el río del mismo nombre, en San Cristóbal Verapaz, Alta Verapaz, que genera 300 Megavatios (MW) de potencia; HidroXacbal en Chajul, Quiché, con 94 MW, sobre el río Xacbal; y la Central Aguacapaca, en Guanagazapa, Escuintla, que genera 90 MW, en las cercanías del río María Linda, según el Ministerio de Energía y Minas.

Durante este año, 6 nuevas centrales hidroeléctricas se encuentran en construcción, de las cuales destaca la Central El Manantial en El Palmar, Quetzaltenango, que prevé generar 35 MW; San Juan y Tres Reyes Chiquito, y la Central Sulín en Purulhá, Baja Verapaz, que producirá 19 MW y utilizará el cauce de los ríos Sulín, Colorado, Cafetal y Panimá.

Segeplan estima que el país posee 24 potenciales ubicaciones para construir más centrales hidroeléctricas, lo cual, según lo planificado por la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE), se espera que para 2022 modifiquen la matriz energética para depender menos de los combustibles fósiles y se migre hacia la generación de energía limpia que abarataría el servicio. 

El empleo para 2032

Las proyecciones de Segeplan destacan que la Población Económicamente Activa (PEA) rural representará el 21 por ciento de los trabajadores en 2032, es decir, 2.1 millones de personas versus un 79 por ciento de PEA no rural, es decir, 8.3 millones de personas. Actualmente la PEA rural es de 1.8 millones de personas (34 por ciento) y la no rural de 3.5 millones (66 por ciento).

Esa composición de la PEA se encontrará ocupada en cinco sectores que Segeplan destaca como los principales generadores de empleo: infraestructura, logística y comercio (ILC); vivienda y desarrollo inmobiliario (VDI); turismo, producción de granos básicos y exportaciones.

En cuanto al empleo rural, para el 2032 se dividirán en 3 grandes áreas: para la exportación, orientada a la producción de frutas, vegetales y café; el rubro rural no agrícola, enfocado en ecoturismo, forestería y artesanías; y producción de alimentos como maíz, frijol y calabaza.

Cerrar las brechas

Consultada respecto del estudio, Karin Slowing, exjefa de la Segeplan, comenta que es importante abordar el tema del desarrollo a largo plazo del país, pero no debe desplazarse el tema rural para discutir solo el urbano, tiene que ser un tema integral que abarque todas las aristas.

“El problema de nuestro país no es el desarrollo de lo urbano, son las brechas, y si no se hace un trabajo de planificación con integración, lo que pasará es que esas diferencias se trasladarán a las ciudades y evolucionará a pobreza urbana, es un problema socioeconómico y político. Se deben construir sistemas que articulen las capacidades del empleo en todas las regiones”, indicó Slowing.

Para Eduardo Velásquez, director del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), se trata de una planificación atrasada, ya que la Segeplan ha intentado con anterioridad realizar este tipo de estudios. Con buenas intenciones, pero con muy poco éxito al momento de concretarlo, agrega.

“La lógica del desarrollo capitalista no acompaña a la planificación que se produce en la práctica, el Estado debe impulsar todas aquellas transformaciones que incluyan un plan de acción realista, de lo contrario serán solo cartas a Santa Claus”, critica Velásquez.