lunes, 9 de noviembre de 2009

Un Buen Alcalde de Guatemala debe Saber

Un buen Alcalde
Lo dije, con respeto, en vida y lo reitero ante su muerte.
Por: Acisclo Valladares Molina
Leímos para usted
Renato Lechuga García
Gestor y Planificador Territorial

Lionel Ponciano León, sin aspaviento alguno, cumpliendo simple y llanamente con sus funciones, dotó a la ciudad de Guatemala de grandes colectores, una de las últimas obras de verdadera envergadura que realizara Alcalde alguno. Años después, la vino a completar y adicionar, José Ángel Lee, con la modernización y reparación de la red de distribución del agua –más de la mitad de esta se perdía– obras, ambas, que aún usufructuamos. En el caso de Lionel Ponciano, hubo de vérselas –tal y como lo hiciera Manuel Colom Argueta– con un gobierno hostil y, sin embargo, pese a semejante situación y a la gravísima escasez de recursos, impulsó, al igual que aquel, el ordenamiento y la planificación urbanos, el EDOM causa determinante, su ulterior abandono, del gravísimo desorden que vivimos.

Desde su posición eminentemente civil –jamás sometida– supo ser un baluarte fundamental para el éxito del Plan de los Cien Días, plan que puso de pie a Guatemala tras el terremoto de 1976. Algunos, aún hoy, no aquilatan la importancia de lo hecho, tan distinta la actitud de nuestras autoridades a la que asumieran las de Nicaragua, por ejemplo, ante su propia tragedia. Managua, pasadas varias décadas, aún refleja las secuelas.


Funcionario público de acrisolada honestidad y buen amigo, fiel a sus principios y, fundamentalmente, un chapín por los cuatro costados, Lionel Ponciano supo anteponer los intereses nacionales a las banderas partidarias.


Si alguna vez se quisiera comparar la eficiencia de las administraciones municipales de Manuel Colom y de Lionel Ponciano, con la actual, más de 20 años como ha estado esta en el poder, tendrían que compararse necesariamente sus presupuestos. Aquellas hubieron de trabajar con cascaritas de huevo, los ingresos municipales pignorados. Esta, por el contrario, ha gozado, desde el principio, de recursos millonarios, habiéndose iniciado en el año de 1986, el preciso momento en que todas las municipalidades empezaron a tenerlos y como una simple consecuencia del nuevo orden constitucional establecido, amén del incondicional apoyo que ha recibido siempre –salvo en el caso de Fritz García Gallont– del gobierno central.  


Sobreviviente de la tragedia de sangre que vivimos, asesinados y desaparecidos sus compañeros y correligionarios, Lionel Ponciano nos deja una importante herencia, el ejemplo de una vida íntegra –lo enfermó literalmente el fraude electoral de 1978–fuente de inspiración para esa patria y esa ciudad ¡tan distintas! que merecemos vivir.


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