lunes, 15 de agosto de 2011

El proyecto comunitario San Dionisio va cuesta arriba


El proyecto comunitario San Dionisio va cuesta arriba
Diecisiete pobladores de San Felipe, Retalhuleu que vivían en extrema pobreza crearon un proyecto de desarrollo con la ayuda de la comunidad internacional. Sus actividades productivas se han multiplicado.
Leímos para usted: Renato Lechuga García
Gestor y Planificador Territorial.
Por: Redacción Big/elPeriódico
Diecisiete años después de que la población del Antiguo Palmar, Quetzaltenango fue destruida por la erupción del Volcán Santiaguito, sus habitantes fueron trasladados a la nueva comunidad denominada Nuevo Palmar, Quetzaltenango. Muchos de ellos trabajan en una finca donde se desarrolla el proyecto San Dionisio, ubicado en San Felipe, Retalhuleu, a dos kilómetros de distancia.
Una ONG holandesa  ayudó a los 17 socios a adquirir una parte de la finca cafetalera Las Marías, mientras que ellos efectuaron préstamos bancarios para terminar de pagarla.
La parroquia Católica del municipio del Nuevo Palmar asesoró a los campesinos en el proyecto.  La finca que fue comprada por el precio de Q4 millones tiene la extensión de 205 hectáreas de terreno, donde producen tilapias, cerdos de engorde, vacas lecheras, gallinas ponedoras, cosechan limón, banano, plátano, maracuyá, y plantan árboles de hule para su exportación, entre otros.
Los asociados cuentan que se organizaron con el fin de tener una mejor calidad de vida, pues la mayoría de ellos proviene de familias de escasos recursos que vivieron en extrema pobreza. Por medio del proyecto, cuentan,  han sacado adelante a sus hijos y personas que son empleadas por la asociación del Proyecto San Dionisio.
Quienes se dedican a la producción de tilapias para su comercialización iniciaron la actividad con una pileta; en la actualidad el proyecto se ha ampliado, ya cuentan con seis de estas que miden 250 metros cuadrados, las cuales tienen capacidad para seis mil alevines (crías de peces).
Nazario Chávez, asociado al proyecto de tilapias comentó que la idea nació con el objetivo de que los consumidores puedan adquirirlas frescas y sanas ya que estas son de agua dulce y muy nutritivas.
“Compramos los alevines a Q.0.70 y en un lapso de 6 meses se pueden sacar las tilapias para su comercialización ya que tienen un peso óptimo de 8 onzas cada una. Vendemos a Q11 la libra, o sea dos tilapias por Q11”, comenta Chávez.
El asociado relata que deben tener cuidados extremos con los estanques que limpian con frecuencia, mientras que a los alevines se les alimenta con concentrado hasta los seis meses.
Hugo Itzep, encargado del área donde se producen las tilapias menciona que es la más grande del municipio.  “La mayoría de personas viajan hasta aquí para comprar nuestro producto que es muy bueno.  Además mantenemos tilapia tanto en época de verano como en invierno”, relata.
Los productores coinciden en indicar que la época de mayor demanda es durante la Semana Santa.  “Vienen personas de la costa y del altiplano a comprarnos”, indica Itzep.

El proyecto de maracuyá
Los asociados pretenden que el maracuyá se convierta en otra  de las principales fuentes de financiamiento para que se pueda continuar con el proyecto.  La planta produce un delicioso fruto para elaborar mermeladas, helados y refrescos. Además la pulpa, el zumo, las flores y la infusión de las hojas son usados por su efecto relajante. "Algunos compran cantidades grandes de maracuyá porque las pueden usar para calmar dolores musculares" cuenta  Arcadio Pérez, de 57 años, uno de los socios.
 “El año pasado sembramos 60 plantas en más de 20 metros de terreno, cada una produce un promedio de 300 frutas. Las vendemos por ciento (Q50) o por millar (Q500). Estos son los primeros frutos que obtendremos porque se cortan anualmente ",  añade Pérez.
“Esperamos obtener buenas ganancias, desde principios de mayo empezamos a cortar las frutas y no sabemos hasta cuando se terminará la producción¨,
explica.
A diario cortan entre 100 a 200 maracuyás que conforme avance su madurez son puestas a la venta. "Vienen personas de varios lugares a comprarnos por cientos, porque cuando son usadas en bebidas naturales su sabor es delicioso" asegura Pérez.
En total, los socios de la finca reportan ganancias de Q36 mil mensuales, de donde se pagan los salarios de los 17 asociados y de los 40 trabajadores.  El resto se utiliza para abonarlo a la deuda del pago del terreno donde se encuentra el proyecto.
Los asociados también destinan parte de sus ganancias a brindar ayuda a personas de escasos recursos que sufren algún tipo de enfermedad. “La asociación se ha considerado como un proyecto social para ayuda humanitaria”, dice Pérez.

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