miércoles, 12 de octubre de 2011

Educación Técnico-Agrícola: Lejos Del Siglo XXI


Educación Técnico-Agrícola: Lejos Del Siglo XXI
Alumnos que egresan sin conocimientos básicos, cursos con casi 50 personas y falta de infraestructura, son parte de la realidad. Estos baches impiden la formación "técnico-especializada" que requiere el agro. Invertir en instalaciones, profesores y enfocar los liceos en rubros específicos, son parte de las sugerencias.
Por: Martina Salvo de Oliveira
Leímos Para Usted: La Ceiba
Empresa de Planificación Territorial
"Se sale del liceo técnico del campo apenas juntando letras. Y todos éramos iguales, no es que yo fuera el porro. Y esa realidad lamentablemente se mantiene en muchos establecimientos".
Aunque falta fortalecer la formación en liceos agrícolas, hay colegios que escapan a la regla, como el liceo Agrícola Vista Hermosa Río Negro, especializado en lechería. 

Domingo Veloz, ingeniero agrónomo y actual presidente del Instituto de Educación Rural, IER, organización que administra 27 colegios agrícolas a lo largo de Chile, es implacable. Pese a liderar una institución que vela para mejorar los estándares de la educación agrícola, no puede hacer la vista gorda ante lo que se vive en gran parte de los liceos rurales del país.
La llamada educación de calidad por la cual tanto secundarios como universitarios están abogando en los últimos meses y donde los técnicos también se han hecho presentes a través de manifestaciones como las de la semana pasada, es apenas la punta del iceberg en varios establecimientos rurales. Muchos colegios agrícolas cargan temas aún más básicos por resolver.
Salas abarrotadas con hasta 48 alumnos (que es lo máximo permitido por la ley), baños que no funcionan, computadores insuficientes por cantidad de alumnos, e incluso especialidades técnico-agrícolas que se imparten sin un fondo formativo claro, que lleva a que egresen titulados en especialidades como armado y desarmado de tractores, que nunca han practicado ni siquiera en un motor de simulador; y aún peor, alumnos que egresan sin ser capaces de entender una instrucción o comprender indicaciones en un manual, son parte de la realidad.
Y, aunque las dificultades son similares en la educación rural en general -básica y media-, es al egresar de establecimientos técnicos agropecuarios donde estas brechas son más evidentes, porque es ahí donde se nota si los años de formación fueron efectivos para preparar a los jóvenes para el mundo laboral o no. Con el agravante de que quienes salen de esas instituciones son claves a nivel productivo para continuar empujando el desarrollo agroexportador del país.
Muchos (aunque no todos; ver recuadro sobre ejemplos de excepción) establecimientos evidencian más interés en la subvención que en enseñar. Eso impacta en la preparación de los alumnos quienes en mucho casos no desarrollan competencias que tengan relación con lo que necesitan las empresas y organismos del país. Es decir, la formación para algunos se cursa sin pensar en cuáles son las exigencias que está imponiendo el siglo XXI; temas, a los que hay que hacer frente.
¿Se justifican los técnicos agrícolas?
¿Cuáles son las necesidades más urgentes?, ¿cómo reformar la educación en el campo?, ¿se deben mantener tal como están los liceos rurales?, son parte de las preguntas que surgen a raíz de la actual situación. Incluso hay algunos más osados que se preguntan sin pelos en la lengua, si se justifican los técnicos agrícolas.
En un escenario donde el trabajador agrícola, ese que no terminó sus estudios primarios o secundarios, puede llegar a tener sueldos similares a los de un técnico recién egresado (alrededor de $200.000 dependiendo de la especialidad); e incluso la sobresaturación de profesionales ingenieros agrónomos ha hecho que haya competencia con técnicos en algunos puestos de trabajo -por ejemplo, a cargo de un campo-, la situación es compleja para los jóvenes que egresan con la especialidad agrícola bajo el brazo.
Los expertos defienden que son necesarios para un país que aspira a convertirse en potencia alimentaria, y con crecientes necesidades para sostener un mercado productor y exportador que debe asegurar calidad, inocuidad y trazabilidad, entre otra serie de valores.
Para ellos, serían los técnicos-agrícolas los llamados a llenar los mandos medios especializados en la mayor parte de las instalaciones de campo y de agroindustria.
Claro que faltaría una reorientación respecto de lo que se requiere de estos profesionales  en un Chile agrícola con miras al futuro.
"Hoy los liceos agrícolas están lejos de estar sacando a gente bien preparada. Los técnicos necesitan una formación más integral. Ahora, lo lógica indica que cada vez se van a ir haciendo más y más necesarios, porque el país necesita tecnificarse para proveer a mercados externos y entregar alimentos inocuos. Y hay muchos temas en los que se pueden empoderar. La contaminación de los ríos, trabajo con la industria, que sean profesionales informatizados, etc. En poco tiempo el piso debiera partir de los técnicos agrícolas -descartando al obrero agrícola-, pero tiene que ser gente bien calificada", explica Domingo Veloz.
En una preparación para el siglo XXI, donde la comunicación y la conectividad son claves, las mallas curriculares debieran tener entre sus prioridades cursos de computación y de idiomas, como el inglés, o gestión... Sin embargo, si la mayoría de los establecimientos ni siquiera cuenta con computadores para todos los alumnos, está claro que la preparación está lejos de las necesidades.
Problemas De Campo
Hoy, el 45 por ciento de la población escolar del país opta por estudiar para ser técnico profesional. Elegir una educación técnica es la alternativa que tienen muchos jóvenes de sectores más vulnerables para surgir. Según cifras entregadas por la Corporación de Desarrollo Social del Sector Rural, Codesser, de los estudiantes que acuden a liceos técnicos, el 61 por ciento pertenece al primer decil, y más del 80% se ubica en el segundo decil más pobre.
Realidades como alcoholismo entre familiares, violencia en los hogares, o padres y hermanos que han estado o están en prisión, son parte de historias que se repiten. Pero pese a la dura realidad de muchos, tal como está hoy el sistema, la estructura de enseñanza no está en general pensada para fortalecer ese tipo de cojeras. De hecho, uno de los problemas que se da es la poca dedicación a los estudiantes, en salas de clases saturadas que bordean el medio centenar de alumnos.
Al igual que en las zonas urbanas, en las rurales muchos establecimientos con tal de cobrar más subvención hacen la vista gorda ante salas de clases hacinadas, donde un profesor, por más empeño que ponga, sólo logra llegar a una cantidad limitada de alumnos.
Y es que, con casi cincuenta personas en una sala es difícil transmitir conocimientos a todos. Igual de complejo resulta el salir al terreno, o lograr que un empaque o una procesadora reciba a un grupo humano de esa magnitud.
Si a esto se suman colegios que tienen poca infraestructura, ya sea porque tienen pocos recursos o los sostenedores no han velado para que los fondos entregados se destinen a instalaciones y tecnologías, los jóvenes -que ya vienen con una preparación escolar deficiente- ven aún más dificultada su formación especializada.
"He visto liceos donde sólo para mejorar la subvención, se abre la carrera agrícola. La tecnología está en el empaque o en la planta de agroindustria, pero como los liceos tienen cursos enormes no se pueden llevar a terreno, nadie los recibe. Lo otro es que, con cursos de cincuenta es difícil atender a todos. Yo soy profesor de un liceo agrícola en Curicó y veo esa realidad día a día. Los niños se arrancan al baño, o van a la plaza, y desaparecen, y no hay manos para hacerse cargo de todos", explica Veloz.
La falta de profesores altamente calificados es otro de los escenarios que complica. Aunque hay pedagogos disponibles, no todos tienen las herramientas necesarias para cambiar y fortalecer la calidad de lo que se imparte.
"La crisis que se ve en los reclamos sociales contra el sistema tienen asidero. Hay temas que no se han resuelto en varias décadas. Chile creció mucho en los últimos 20 años y si no resolvemos el tema educativo va a ser difícil apuntalar el crecimiento hacia adelante", explica Arsenio Fernández, secretario general de Codesser, institución que administra 22 establecimientos en zonas rurales desde Mejillones a Coyhaique, refiriéndose a las demandas estudiantiles que tienen paralizadas clases de universitarios y secundarios a lo largo del país.
 Una opinión similar tienen en el IER.
"Los profesores entran a estudiar con 400 puntos, y a las zonas rurales generalmente llegan los que ingresaron al final de la cola", explica Veloz.
Miras a soluciones
Además de lo básico, de velar por las capacidades de los profesores y por las necesidades mínimas de infraestructura que requieren los liceos técnico-agrícolas, dada la vulnerabilidad de los jóvenes que optan por la educación técnica, una de las claves para fortalecer la educación va más allá de los cuadernos y las unidades impartidas: tiene que ver con el tema valórico.
Su fortalecimiento es una de las bases que pregonan dos instituciones con amparo católico, que administran liceos agrícolas en el país: Codesser y el IER.
Con el propósito de mostrar una alternativa a la dura realidad que viven muchos jóvenes en el campo, sumado a la distancia que hay entre los hogares y establecimientos, muchos liceos rurales tienen régimen de internado.
En liceos públicos exitosos como el de Río Negro (ver recuadro), el 95 por ciento de los jóvenes asiste en modalidad de internado.
Pero pese a los buenos resultados alcanzados, el impacto que tiene ese tipo de experiencia educativa es acotado, teniendo en cuenta que entre Codesser e IER se administran 49 liceos técnico-agrícolas, de un universo de 125 liceos.
Otro tema que permitiría avanzar hacia una formación integral, sería la incorporación de consejos empresariales, algo así como directorios, que van periódicamente a los establecimientos y dan su parecer respecto de cómo se están haciendo las cosas, o líneas de lo que requiere la industria para que los liceos hagan ajustes en mallas, o modifiquen parte de sus programas para que los jóvenes egresen con los conocimientos que van a necesitar en el mundo laboral. En redes como las de Codesser, hace rato que se vienen haciendo consejos. El problema es que la iniciativa es más la excepción que la regla.
Entre otros planes para mejorar las actuales condiciones de la educación técnico rural está el fortalecer el inglés en dichos liceos. La red Codesser propuso por estos días que los jóvenes lleguen a ser bilingües en cinco años. Para eso partieron capacitando a profesores de inglés, después iniciaron proyectos de campamentos con alumnos, y el mes pasado comenzaron a a capacitar a docentes y personal administrativo con el objetivo de que en cinco años el 70% del personal sea bilingüe.
"Duplicamos las horas de inglés y este año vamos a desarrollar el campamento living english en cuatro establecimientos con 280 alumnos. Vamos a traer instructores anglo parlantes, que no hablan nada de español para que los niños estén un mes jugando con ellos. Quizás el plan no termine con jóvenes hablando inglés fluido, pero la idea es hacerles más fácil la relación con el idioma", explica Fernández.
Otro de los temas que se han discutido es la ampliación de un quinto año a la educación media para los técnicos, lo que les permitiría egresar con un título técnico de nivel superior. En la misma línea, entregar fondos para que los jóvenes hagan prácticas dentro del país en otras regiones o más allá de las fronteras, sería clave para mejorar sus perspectivas.
"La experiencia con alumnos que han ido a hacer su práctica afuera ha sido extremadamente positiva, ya que refuerzan su carácter y llegan con un mejor techo salarial ganando hasta el doble. Pero pese a lo positivo, hoy no hay un canal orientado a financiar pasantías o prácticas. Se podría, por ejemplo, destinar fondos de becas Chile para financiar iniciativas como esa a nivel de educación media", sostiene Arsenio Fernández.
NECESIDADES DE LA INDUSTRIA
El embotellado es otro de los procesos realizados en Molina. El vino producido es de tal calidad, que se vende a empresas como Misiones de Rengo, Viña Valdivieso y Concha y Toro. 

Más allá de la intuición sobre cuál es el perfil que se necesita de los técnicos agrícolas, según la visión de los expertos, es clave conocer qué espera la industria de estos jóvenes.
Además de las competencias básicas formativas, las empresas enfatizan la importancia de hablar inglés o egresar manejando herramientas de gestión.
"Lo más importante es que los egresados se dediquen a aprender, que sean responsables y funcionen solos. Por otra parte es vital que aprendan inglés. Hoy, la barrera del idioma es un problema teniendo en cuenta el modelo de negocio de exportación integrado. También deben saber computación y manejar herramientas de gestión", sostiene Enrique Acevedo, gerente de Producción, Investigación y Desarrollo de Vital Berry.
La otra clave sería fortalecer valores como la responsabilidad y proactividad.
"Desde mi punto de vista, cualesquiera que sea la posición que se tenga en el mundo del trabajo, hoy lo más importante es una sólida formación valórica; por ejemplo el respeto a la palabra empeñada resulta imprescindible cuando sabemos que ningún contrato legal es protección suficiente. Los empresarios están dispuestos a contratar sólo gente en la que puedan confiar. Además, deben tener suficientes conocimientos técnico-prácticos básicos, pero, por sobre todo, el afán de aprender, de innovar, de buscar nuevas soluciones, así como la fuerte disposición para esforzarse y trabajar lo que sea necesario para alcanzar sus objetivos", remata Miguel Allamand, presidente de Subsole. 
Alrededor de $85.000  reciben mensualmente por alumno, los liceos técnico-agrícolas.
El 2010, poco más de 204 mil alumnos se matricularon en liceos técnico-profesionales.
 Ejemplos de excepción
Centro especializado vitivinícola en la Escuela Agrícola Superior de Molina, en el Maule.
Aprovechando que la industria del vino se ha desarrollado con fuerza en la zona, el establecimiento se ha ido especializando en la viticultura. Hoy cuentan con viñedos, una bodega, y capacidad para procesar medio millón de litros al año, de vinos tintos y blancos de muy buena calidad. Tanto es así que sus producciones son compradas por viñas como Misiones de Rengo, Viña Valdivieso y Concha y Toro; además de un vino propio que venden en el mismo establecimiento. Y todo lo hacen los niños.
Lo otro que ha caracterizado la escuela es el desarrollo de múltiples convenios con Francia, lo que les ha permitido enviar un cuarto de los niños que egresan cada año (alrededor de 15) a hacer una vendimia allá; asimismo, se recibe a jóvenes franceses que vienen a hacer su práctica a Chile.
"Cuando los chicos egresan tienen un montón de ofertas para hacer prácticas o trabajar", explica Claudia Pinochet, directora del establecimiento.
Centro especializado en lecherías, Liceo Bicentenario de Excelencia Agrícola Vista Hermosa Río Negro, en Osorno.
El ex ministro de Educación Joaquín Lavín lanzó el año pasado el proyecto de liceos bicentenarios. El plan busca relevar y así otorgar más recursos a 60 liceos destacados en el país. Uno de los seleccionados este año fue el de Río Negro, tanto por su labor en la formación general (que les permitió el año pasado que 21 de los 60 egresados entraran a la universidad), como también por su experiencia como centro especializado en lecherías, donde destaca la formación práctica dada en la región, y los acuerdos para enviar jóvenes a aprender más sobre el rubro en Nueva Zelandia.
"Hemos enviado a muchos jóvenes a hacer prácticas y trabajar en Nueva Zelandia, donde aprenden inglés, ganan 3 o 4 veces más que en Chile, y fortalecen su autoestima. Hay que compartir los conocimientos. Conozco liceos que, pese a ser conscientes de su precariedad, se encierran en sí mismos. No debe darnos vergüenza, tenemos que apoyarnos mutuamente", explica Sergio Haeger, director del establecimiento.

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