martes, 9 de agosto de 2011

La “Hambruna Verde” Se Apodera De Fértiles Zonas Agrícolas De Guatemala


La “Hambruna Verde” Se Apodera De Fértiles Zonas Agrícolas De Guatemala
En otras partes del mundo la llaman la “hambruna verde”: en el departamento guatemalteco de Jalapa, 100 km al este de la capital, la vegetación lo cubre todo, mientras la gente se muere de hambre.
La Nota Del Día
Renato Lechuga García
JALAPA- Guatemala, con 14millones de habitantes, tiene la mayor tasa de desnutrición infantil de América Latina, pese a ser gran productor de alimentos. La mitad de los niños menores de cinco años sufre desnutrición crónica y en áreas rurales como Jalapa, donde muchas familias sobreviven con menos de un dólar al día, la proporción se eleva hasta 90 por ciento.
Luis Alexander tiene nueve meses de edad y sufre una desnutrición aguda. Se ve diminuto y muy débil en los brazos de su madre fuera de su precaria casa de adobes.
Ronald Estuardo Navas, un activista de la organización sin fines de lucro Action Against Hunger  (Acción Contra el Hambre), evalúa el estado nutricional de Luis midiéndole el brazo con una cinta métrica.
“Tiene un perímetro de 9.9 centímetros, 9.9 el bebé. Pues, sí hay un riesgo de mortalidad severo”, dice Navas.
Su madre, Herlinda Rodríguez, quien tiene otros dos hijos pequeños, también está desnutrida.
“Pues, mira, él está bajo peso porque yo no tengo suficiente leche para dar”, se lamenta.
Al mirar alrededor se ven prados y montañas verdes, por lo que cuesta entender por qué esta familia está mal alimentada.
Este fenómeno es llamado en otras latitudes “hambruna verde”, para diferenciarla de la que sufren zonas desérticas como el Cuerno de África, donde la falta de alimentos se debe a sequías endémicas.
Guatemala es el quinto mayor productor mundial de azúcar, café y bananos, pero cuando se malogran los cultivos de subsistencia, miles de familias simplemente no pueden darse el lujo de comprar suficiente comida.
Muchas familias campesinas se han visto forzadas a adquirir en el comercio sus alimentos básicos, como maíz, frijoles y arroz, debido a que sus modestos cultivos de subsistencia han sido severamente reducidos por las sequías e inundaciones de los últimos años, por efecto del galopante cambio climático en la región.
Pero el poder de compra del poco dinero de estas comunidades ha sido mermado además por los altibajos de los precios locales e internacionales de los alimentos. Tres cuartas partes de los alimentos producidos en Guatemala son exportadas.
Lo que estamos viendo en Guatemala es que el precio local de los alimentos es proporcionalmente más alto que lo que vemos en los niveles internacionales”, dice Willemvan Milink Paz, representante en Guatemala del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA).
Esto ha golpeado duramente a las familias más pobres
“La verdad es que no hay trabajo aquí ni la oportunidad de tener un salario, el hecho de que (el maíz) sea tan caro es muy complicado para nosotros”, confirma Benjamín López Ramírez, un pequeño agricultor de Jalapa.
Más de seis mil 500 personas murieron por desnutrición y enfermedades agravadas por la mala alimentación el año pasado en el país, dos mil 175 de ellas menores de cinco años, de acuerdo con Luis Enrique Monterroso, quien supervisa el derecho a la alimentación para la Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala.
Dice que aunque hay programas y dinero para ayudar a estas familias, falta voluntad política.
 “El Estado no existe para las familias más vulnerables en este país”, afirma.
La desnutrición no frena solo el desarrollo físico de los niños, sino también el mental, lo cual es un mal presagio para el futuro de Guatemala.

La recaudación de impuestos en Guatemala es una de las más bajas de la región y aunque el sector privado podría jugar un activo papel en reducir los niveles de pobreza y desnutrición, el actor clave es el Estado.
“Para ser claros y honestos sobre esto, no va a haber una real solución al problema mientras el gobierno de Guatemala no aporte la mayor parte de la solución”, dice el funcionario del PMA.
“El problema es demasiado grande para que lo resuelva cualquiera, sean compañías privadas o incluso una agencia de la ONU como el Programa Mundialde Alimentos o las ONG que trabajan en el área”, agrega.
Ambiciosos programas para atenuar la desnutrición infantil han sido instrumentados en el país.  El último de ellos, impulsado por el presidente Álvaro Colom, se llama “Mi familia progresa”  y consiste en la entrega de dinero condicionada a que las madres pobres lleven a sus hijos a la escuela y a los controles periódicos de salud.
Pero este programa ha sido cuestionado, entre otras razones por su falta de transparencia. Monterroso dice que esta iniciativa y otras similares están más dirigidas a obtener popularidad política que a lograr un real cambio social.
El viceministro guatemalteco de Seguridad Alimentaria, Billy Estrada, sostiene por su parte que el problema no es la falta de programas, sino la falta de regularidad de ellos.
“Lo que pienso que falta, y que faltará, en este gobierno y en el que venga, son políticas continuas que puedan sobrepasar sus mandatos”, dijo.
A menos que el Estado tenga voluntad política para enfrentar efectivamente las causas estructurales de la desnutrición, los niños como Luis Alexander continuarán sufriendo, y su país con él.

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