martes, 29 de junio de 2010

¿Para qué sirve el comercio de carbono?

COMERCIO DE CARBONO
- ¿Para qué sirve el comercio de carbono?
Por: Renato Lactuca sativa

Patrick Birley, Director Ejecutivo de European Climate Exchange (empresa líder en el comercio de carbono en Europa y a nivel internacional, sic de su página web), sabe un par de cosas sobre el comercio de carbono. O debería saber. Dice que alrededor del 95 por ciento de la comercialización de carbono del mundo se hace a través de su empresa. Por lo tanto, haríamos bien en escucharlo cuando habla sobre mercados de carbono.
Esto es lo que tiene para decir sobre el comercio de carbono: “No reduce ni en una sola tonelada del carbono liberado en la atmósfera. No tiene nada que ver con eso. Es una cuestión de topes. El sistema de topes es lo que produce, a largo plazo, una disminución de la cantidad de carbono liberado en la atmósfera.”
El que habla no es un anarquista anti-mercado ni anti-globalización. Es el director de European Climate Exchange hablando en Irlanda en noviembre de 2009, durante un evento organizado por el Instituto de Asuntos Internacionales y Europeos. Pero si el comercio de carbono no reduce las emisiones de carbono, ¿para qué sirve entonces?
Desafortunadamente, sobre este punto la presentación de Birley fue un poco más vaga. “Hay gente que gana y otra que pierde dinero,” explicó. Claro que él es uno de los que ganan. “Yo soy ciertamente una empresa con fines de lucro que apunta a generar las mayores ganancias posibles para sus accionistas, y eso no me avergüenza en absoluto.”
Pero el comercio de carbono no se trata sólo de hacer dinero. Luego de repetir que su empresa no hace nada por reducir la cantidad de carbono liberado en la atmósfera, Birley dijo: “Estamos ayudando a aquellos que reducen su carbono a gestionar los riesgos asociados.”
En una de las diapositivas de su presentación, titulada “¿Quién es el mercado?”, Birley detalla cuatro grupos: administradores de fondos de alto riesgo, inversores, arbitrajistas y especuladores. ¿Alguien recuerda la crisis de los créditos subprime? ¿Acaso no fue disparada precisamente por esos fabricantes de ganancias que gestionan los riesgos de otra gente con dinero de otra gente?
A comienzos de este año entrevisté a Jeff Horowitz, fundador de Avoided Deforestation Partners, una organización con sede en Estados Unidos, que trabaja para que las compensaciones de carbono forestal se incluyan en la legislación climática de ese país. Le pregunté a Horowitz por qué estaba a favor del comercio de créditos de carbono de los bosques, siendo que éstos no reducen las emisiones ni pueden hacerlo. En cinco largos párrafos, la única respuesta que dio a esta pregunta fue argumentar que “sin la capacidad de producir compensaciones REDD creíbles y ambientalmente de peso, los objetivos de reducción que los políticos podrían lograr disminuirían significativamente.” Patrick Birley también espera que el comercio de carbono “haga que la industria esté dispuesta a aceptar una disminución mayor en cuanto a los topes.”
Pero cuando observamos esos topes, encontramos poca o ninguna evidencia que respalde este argumento. Durante el fiasco de las negociaciones climáticas de la ONU en Copenhague a fines del año pasado, Estados Unidos y un puñado de países más presentaron al mundo el Acuerdo de Copenhague. Dicho Acuerdo menciona REDD, pero quienes lo escribieron tomaron el ya frágil límite del Protocolo de Kyoto y lo devolvieron tan lleno de agujeros que apenas se lo reconoce como un tope. Un análisis del Potsdam Institute for Climate Impact Research, publicado en abril en la revista Nature,  reveló que: “Los actuales compromisos nacionales de reducción de emisiones que acompañan el Acuerdo de Copenhague no limitarán el calentamiento global a dos grados Celcius. De hecho, implican un aumento de la temperatura global media de más de tres grados Celcius en este siglo.”
La industria contaminante es, al menos a veces, muy honesta acerca de sus motivos para apoyar el comercio de carbono. American Electric Power (AEP) es el mayor quemador de carbón de Estados Unidos. En 2008, Diane Fitzgerald, directora de medio ambiente y seguridad de AEP, explicó a la revista Time: “Compararemos las compensaciones forestales con proyectos como la energía renovable, y tendremos que tomar la mejor decisión financiera.”
Un año después, Michael G. Morris, presidente de AEP, dijo al Washington Post: “Cuando Greenpeace dice que la única razón por la cual American Electric Power quiere hacer esto es porque no quiere cerrar sus centrales a carbón, mi respuesta es, ‘Por supuesto, porque nuestras centrales a carbón sirven a nuestros clientes de manera muy efectiva en cuanto a la relación costo-beneficio’.” La industria quiere que haya comercio de carbono para no tener que reducir las emisiones. Al mismo tiempo, la industria contaminante puede aparentar que está haciendo algo cuando compra créditos de carbono.
Se espera que este comercio de una mercancía que nadie puede ver represente un mercado de 3 billones de dólares para 2020. Esto si el mercado no colapsa antes. El fraude de 7 mil millones de dólares destapado recientemente en la UE ilustra la posibilidad de que se involucre el crimen organizado. Comercializar carbono no reducirá las emisiones pero permitirá que la industria siga empleando tecnologías contaminantes.
Si se lograra reducir significativamente las emisiones, poner fin a la exploración en busca de nuevos combustibles fósiles, no construir nuevas centrales energéticas a carbón y realizar un cambio estructural hacia la producción de energía renovable, tal vez entonces el comercio de carbono pasaría a ser una atracción secundaria, sin gran relevancia. Pero, tal como están las cosas, nada de eso está sucediendo, y el comercio de carbono permite a la industria seguir funcionando como de costumbre. Es para eso, y para ganar dinero, que sirve el comercio de carbono.

lunes, 28 de junio de 2010

Nuestro niño interno pide a gritos atención, amor y cuidados

¿Y usted lo escucha?
La Nota Médica de hoy
Leímos para usted: Renato Lechuga
POR VIVIANA RUIZ
ILUSTRACIONES: BILLY MELGAR

Un piloto se estrella en el norte de África —para ser más precisos, en el desierto del Sahara—, y cree estar completamente solo; no hay nadie a cientos de kilómetros a la redonda. De repente, durante la noche, una vocecita lo despierta, se inquieta y no sabe si alucina por el frío que se siente en los desiertos. Entonces, la figura de un niño aparece entre las dunas y le pide que le dibuje una oveja (El principito, de Antoine de Saint–Exupéry).
Seguro que ese niño —y no me refiero al de la historia de Saint-Exupéry, sino al que usted, yo y todos llevamos dentro— muchas veces le ha pedido no precisamente que le dibuje una oveja, sino que lo escuche y comprenda.
Y es que lo que vivimos durante la infancia, siempre permanecerá en nuestra memoria, pero de forma consciente la acallamos, sobre todo si lo único que nos trae al presente son momentos tristes, recuerdos no gratos, pero esa barrera, ese mecanismo de defensa que nosotros nos impusimos, no solamente limita que revivamos los instantes desagradables; también nos borra lo bueno y agradable que pudimos haber vivido en aquellos años, dando como resultado hombres y mujeres con su niño interno herido, y por lo tanto mal humorados, violentos o deprimidos. Y aunque parezca contradictorio, para ser adultos felices y plenos es conveniente sanar a aquel niño.
La felicidad al ritmo de la vida
Desde la concepción hasta los seis años —otras corrientes aseguran que empieza 18 meses antes de la concepción— el niño absorbe como una esponja lo que sucede en su entorno. “Es en esta etapa en la cual aprendemos a funcionar, interiorizamos muchos patrones de conducta y formas de interpretar la realidad, a partir de allí empezamos a replicar los mismos patrones a lo largo de la vida, y por eso la importancia de una infancia saludable”, explica la psicóloga hipnoterapista Ana María Larra. 
Según otros expertos de la conducta, una buena infancia es aquella en la que el niño puede sentirse querido, desarrolla un sentido de pertenencia, sabe quién es su familia y se siente parte importante de ella. “Sin embargo, no es la situación de todos y en nuestra cultura posiblemente estamos hablando de la minoría”, explica Larra.

En manos de la psicología
La rama de la psicología denominada transaccional es a la que se le debe el estudio del niño interno, porque esta proporciona un modelo para comprender la estructura y la dinámica de la personalidad.
Para esta corriente, la estructura psicológica del ser humano está dividida en tres partes: el padre, el adulto y el niño, siendo este el cuerpo y las emociones, “es la vida y energía”, explica el psicoterapeuta Juan Carlos Zetina.
El niño puede aflorar sano o herido en la etapa adulta. El primero es aquel que actúa de forma despreocupada, alegre, espontáneo, auténtico y amoroso. Con este no hay ningún problema. El segundo, y que es un verdadero dolor de cabeza, actúa de manera infantil, inmadura, irracional, temerosa, y poco o nada cariñoso.
“El niño interior herido es una estructura imaginaria, formada a partir de las experiencias dolorosas que atraviesa todo ser humano. Se trata de ese bagaje de emociones y sentimientos reprimidos de dolor, frustración, abandono, injusticia, temor, rechazo y soledad sufridos durante la infancia y que salen a flote en la etapa adulta. Son todos los acontecimientos negativos que un individuo guarda en su interior y que no le permite ser ‘normal’, y que da como resultado hombres y mujeres con muchos resentimientos, ira y baja autoestima, entre otros factores”, explica Ana Larra.
El estadounidense John Bradshaw, teólogo, consejero familiar y comunicador social que ha dedicado gran parte de su tiempo a investigar sobre esta temática apunta en su libro Recuperación y reivindicación del Niño Interno que el infante herido se forma cuando los adultos provocan situaciones de violencia, desprecio y maltrato, que dañan al niño real, contaminando al futuro hombre o mujer, y este a su vez replicará ese comportamiento, formando un círculo vicioso que resulta en la principal fuente de la miseria humana.
Bradshaw hace hincapié en situaciones de abuso sexual, violencia física y emocional de pequeños criados en hogares con padres alcohólicos. Sin embargo, hay heridas ocasionadas en casas donde no se llega al extremo de la violencia o abuso, porque en familias que parecen funcionar bien también se puede dañar a los chicos por causas diversas, dice Zetina.
“De esa cuenta es que estamos llenos de gente infeliz que reacciona de forma temerosa, incluso violenta, a cosas tan simples como una crítica constructiva o a una caricia”, asegura Larra. 
Pero también es importante aclarar que cada persona tiene diferentes niveles de tolerancia a la frustración y mejores o más fuertes mecanismos de defensa, los que le construyen una autoestima menos frágil, en resumen, una persona emocionalmente más fuerte y por lo tanto con un niño interno menos golpeado, comenta Zetina. 
“No todo, sin embargo, está perdido”, alcanza a decir Larra, “pues las respuestas de por qué cada vez somos menos tolerantes y más hirientes están en nuestro disco duro, nuestro cerebro, y es ahí donde almacenamos los rencores y es ahí donde tenemos que llegar para perdonar lo que nos hicieron en aquella época y experimentar una mejor calidad de vida”.
Al trabajar y rescatar a nuestro niño interior herido y hacerlo crecer logramos conectarnos con el ser esencial o niño maravilloso, quien posee todas las cualidades y potencialidades que fueron ahogadas en la niñez. Es, en realidad, el niño maravilloso quien nos motiva a realizar el rescate del herido, ya que este puede realizar el trabajo de recuperación por estar muy ocupado defendiéndose y sobreviviendo, cita Bradshaw en su ejemplar.
María, una joven mujer profesional que asiste al grupo de autoayuda Corazones abiertos; hijos adultos de alcohólicos y familias disfuncionales 
(ACA) está de acuerdo con Larra y asegura que sanar al niño herido es viable porque ella lo ha vivido en carne propia. “Es un proceso largo que requiere de mucha constancia y aceptación. Yo crecí dentro de una familia de clase media alta con un padre que si bien nunca dejó de proveer estabilidad económica, bebía constantemente, y por lo mismo nunca cumplió una promesa”.
“Mi madre, como típica guatemalteca, jamás reclamó sus derechos y ha sobresalido por ser muy abnegada. Ahora, en mi adultez y tras un divorcio, me di cuenta de que nunca tuve una vida normal”. 
“Durante mi adolescencia fui rebelde sin causa, autoritaria, distante, mal humorada. En mi juventud fui muy temerosa e incapaz de mantener una relación amorosa por largo tiempo. Al graduarme, me obsesioné con el trabajo, porque trataba de llenar mis vacíos emocionales con esto. Me abandoné para cuidar a otros. Como a la mayoría, cuando toqué fondo acepté mi condición de haber vivido en una familia disfuncional y busqué ayuda”, comparte María.

Qué son las familias disfuncionales
Son los núcleos familiares en los que sus miembros no cumplen sus roles establecidos, existe el maltrato físico o psicológico o los padres están divorciados. Las familias de este tipo forman hijos disfuncionales, los cuales, según los expertos de la conducta, pueden ser de tres tipos.
Invisibles: el hijo que elige este papel evita agregar cualquier tipo de carga a su ya presionada familia.
Su contribución es no existir. En cuanto a su propio dolor, es insensible, no siente nada.
Malo: se convierte en el foco del dolor, la ira, el miedo y la frustración. 
Bueno: trata de ser una persona de éxito para redimir a su familia y así llenar ese vacío interior. Su apariencia feliz, brillante y entusiasta sirve para disimular la tensión, el miedo y la furia interiores.

Culpables o inocentes, ¿quién me sana?
Hasta el momento todo pareciera indicar que son los padres los culpables de que hoy vivamos entre adultos heridos y violentos, pero no son los únicos, la cultura y la religión también ofrecen su granito de arena, expresa Larra. En esto también coincide María, pues según su experiencia, el entorno en el que se vive deja huellas. 
“Mamá y papá son los responsables, pero no hay que eximir a la sociedad en sí, pues todos en algún momento de nuestras vidas tenemos a un niño cerca de nosotros, podemos ser sus profesores, sus confesores, sus amigos… El desarrollo de un niño sano está en manos de todos”, advierte.

“¿Por qué es tan extraño que un adulto le diga a sus padres que los ama?, ¿tiene miedo que lo rechacen, a ser herido? Así está nuestra sociedad, somos incapaces de expresarnos con naturalidad y soltura, porque el niño que sale a flote es el herido. Tenemos miedo de nosotros mismos”, sentencia la experta.
Y es que ya lo decía Jean Paul Sartre: “No importa lo que nos hacen, lo que importa es lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros”.
Por eso es que Larra es clara en exponer que el principal culpable de que un adulto no se preocupe por recuperar a ese niño es él mismo. “Son muy pocas las personas que se dedican tiempo para sí mismas y se responsabilizan de sus actos. Si al hacer un análisis de nuestra conducta la constante es que somos agresivos, debemos buscar ayuda con un psicólogo.
“El cambio vendrá si aceptamos que tenemos un problema, hacemos un compromiso y deseamos transformar nuestra vida”, señala Larra.
María asegura que el primer paso para la recuperación es la humildad. “Si reconocemos que estamos mal todo será más fácil”, comenta.

Técnicas
María apoya la técnica que emplean en su grupo de apoyo con un programa de 12 pasos, similar al que emplean en Alcohólicos Anónimos. “Nos reunimos en un ambiente mutuo de seguridad, donde compartimos nuestras experiencias comunes. Descubrimos que la forma como fuimos educados afectó nuestro pasado e influye en nuestro presente. Empezamos a identificar los elementos insensatos de nuestra niñez y la identidad que tenemos fuera de nuestra familia de origen. Aprendemos a reeducarnos con gentileza, humor, amor y respeto. Nos enfocamos en la solución de nuestro problema y aceptamos que hay un poder superior amoroso que nos liberará del pasado y que nos hará encontrar un camino para mejorar nuestra vida”.
Ana María Larra, aunque apoya a este tipo de grupos, sugiere que se combine con la visita de un experto de la conducta humana para que la terapia sea efectiva. Claro está, comenta, que en países como el nuestro es difícil una ayuda de este tipo, ya que las consultas son caras.
La técnica que esta experta emplea en su clínica es la hipnosis. “Sin lugar a dudas para mí no hay nada más eficiente que esta terapia”. Según ella, la hipnosis es un estado provocado, no natural, el cual es inducido por una serie de sugestiones que realiza el hipnólogo. Son regresiones, la repetición de actitudes emotivas inconscientes, adquiridas por el paciente en el curso de su infancia respecto de ciertas personas muy cercanas a él, en especial sus padres. No solo una actitud afectiva, sino todo un modo de obrar es transferido desde las circunstancias infantiles hasta las presentes para encontrar la raíz del problema.
Juan Carlos Zetina, si bien apoya la consulta a psicólogos, aboga por poner en práctica las cosas simples y sencillas. “Vivimos en una sociedad en la que está todo muy automatizado, cuadriculado y predomina lo mental. Nos hemos olvidado de nuestro cuerpo, sus movimientos y cinco sentidos. Nos hemos olvidado de tocar y tocarnos, de sentir, de ver y escuchar al otro, de paladear no solo las comidas sino la vida misma”, comenta.

Es por ello que necesitamos despertar nuestros sentidos, reaprender nuestra parte sensitiva y comunicarnos mediante ella, volver a conectarnos con nuestro cuerpo.
Los sentidos y movimientos corporales son un buen camino para reaprender a ser y estar, porque ayudan a reconectar nuestra mente, a la cual valoramos mucho hasta identificarnos con ella, con nuestro cuerpo, al cual tenemos anulado y poco en cuenta,
Para Zetina, un simple paseo por el campo, el mar, la montaña o por un parque próximo a casa, puede transformarse en toda una aventura y experiencia de descubrimiento, si se realiza con gusto. Y todo esto nos ayudará a recuperar al niño interno herido.

El libro El Principito, con el que inicié este texto, termina de la siguiente manera: “...si algún día, viajando por África cruzan el desierto. Si por casualidad pasan por allí, no se apresuren, se los ruego, y deténganse un poco, precisamente bajo la estrella. Si un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha regresado”.
María Chinchilla
Cómo reconocer al niño interior herido
  • Estas preguntas, otorgadas por la ACA, le darán una visión general de hasta qué punto su niño está herido, si su respuesta es afirmativa a 5 o más, necesita trabajar en su niño interior. Responde honestamente.
  • 1. ¿Experimento ansiedad siempre que pienso en hacer algo nuevo? SÍ NO
  • 2. ¿Me gusta complacer a la gente y carezco de identidad propia? SÍ NO
  • 3. ¿Soy rebelde. Siento que vivo cuando entro en conflicto? SÍ NO
  • 4. ¿En lo más profundo de mi ser, siento que hay algo que no está bien? SÍ NO
  • 5. ¿Soy acaparador). Me afecta desprenderme de cualquier cosa? SÍ NO
  • 6. ¿Me siento inadecuado como hombre/mujer? SÍ NO
  • 7. ¿Estoy confuso acerca de mi identidad sexual? SÍ NO
  • 8. ¿Me siento culpable cuando si defiendo algo y prefiero ceder? SÍ NO 
  • 9. ¿Tengo dificultades para empezar las cosas? SÍ NO
  • 10. ¿Tengo dificultades en terminar las cosas? SÍ NO
  • 11. ¿Rara vez tengo un pensamiento propio? SÍ NO
  • 12. ¿Me critico constantemente por ser inadecuado? SÍ NO 
  • 13. ¿Me considero un pecador y tengo miedo de ir al infierno? SÍ NO
  • 14. ¿Soy inflexible y perfeccionista? SÍ NO
  • 15. ¿Siento como si nunca hiciera bien las cosas? SÍ NO
  • 16. ¿Siento como si no supiera lo que quiero? SÍ NO
  • 17. ¿Temo que me abandonen o me rechacen? SÍ NO
  • 18. ¿Mi vida está vacía. Estoy deprimido la mayor parte del tiempo? SÍ NO
  • 19. ¿No me gusta que me toquen? SÍ NO
  • 20. ¿Rara vez sé lo que siento? SÍ NO
  • 21. ¿Me da vergüenza llorar? SÍ NO
  • 22. ¿Me avergüenza estar asustado? SÍ NO
  • 23. ¿Me avergüenzan mis funciones corporales? SÍ NO
  • 24. ¿Tengo trastornos de sueño? SÍ NO
  • 25. ¿Desconfío prácticamente de todo el mundo? SÍ NO
  • 26. ¿He estado o estoy casado con un adicto? SÍ NO
  • 27. ¿Soy obsesivo o dominante en mis relaciones? SÍ NO
  • 28. ¿Tengo miedo a figuras autoritarias? SÍ NO
  • 29. ¿Detesto estar solo y hago cualquier cosa para evitarlo? SÍ NO
  • 30. ¿Evito conflictos a toda costa? SÍ NO

Para más información ingresar a la página: www.acacorazonesabiertos.org o escribir a acacorazonesabiertos@gmail.com
Dos vidas
  • Protagonizada por Bruce Willis, esta propuesta, pese a ser una comedia, muestra de manera muy clara la importancia de los acontecimientos vividos en la infancia y sus consecuencias emocionales al ser adultos.
  • ¿Ha imaginado cómo sería encontrarse consigo mismo cuando tenías ocho años? ¿Qué le diría ese niño? La película muestra el reencuentro, como si fuese real, pero lo verdaderamente real es el cambio que todo ello producirá en la vida de Russ.
Antwone Fisher
  • Volviendo a Vivir, con Derek Luke y Denzel Washington —quien debuta como director—, está basada en hechos reales. Cuenta la historia de un marinero rebelde que lo envían al psiquiatra, pues necesita aprender a dominar su temperamento inestable. Al recordar su historia hace un viaje emocionante al confrontarse con su doloroso pasado y cambia toda su trayectoria. La película refleja muy bien las consecuencias emocionales de quien ha pasado por maltratos en la infancia, con agresiones físicas, sexuales y psicológicas.
Libros
  • El caballero de la armadura de hierro
  • La princesa que creía en cuentos de hadas
  • El Principito

“La Historia puede crear ideología”

El doctor Enrique Gordillo Castillo explica la importancia que tiene la Historia para el fortalecimiento de la identidad nacional.
Leímos para usted: Renato Lechuga
La Historia, como herramienta de estudio, es una espada de incontables filos, muchos de los cuales moldean el desarrollo de una nación, pero otros apuntan hacia su ignorancia. 
Lo que aprendemos en la escuela no es la verdad completa. Y sería imposible que lo fuera, pues nuestro pasado es tan amplio como complejo, abarca cinco siglos de mestizaje más los años prehispánicos. Además, unos cuantos educadores fueron los que se encargaron de cribar tantos años y de incluir en los libros de texto a los personajes que consideraron ilustres, así como los acontecimientos que, en su momento, pudieron ser muy distintos a lo que nos explica el maestro desde la pizarra. 
A pesar de todo, los historiadores se encargan de aproximarnos lo mejor que pueden hacia la verdad histórica, pero dependen de las fuentes que, en muchos casos, han desaparecido en el curso de las décadas o los siglos.
El doctor en historia por la Universidad de Tulane, Nueva Orleáns, el guatemalteco Enrique Gordillo Castillo, es autor de varios libros sobre su especialidad. Sus enfoques y análisis tienen la frialdad necesaria para observar la historia nacional y describirla sin tomar partido ni intercalar sus juicios personales. Su acuciosidad lo ha llevado a contribuir con varios estudios para los más importantes centros de investigación sobre la historia del país.
En esta entrevista, Gordillo Castillo ofrece datos que nos permiten aproximarnos a los orígenes de lo que entendemos por identidad como nación; aborda la mitología criolla, descubre la jerarquía inscrita en nuestra moneda nacional y resalta la importancia de la Historia como instrumento de la ideología.

Es probable que muchos guatemaltecos entendamos por nacionalismo la solidaridad en caso de desastres, o la alegría compartida en un partido de futbol, pero, en realidad, ¿qué debemos entender? 
El nacionalismo es sinónimo de identidad nacional, es la base ideológica de los Estados nacionales surgidos en contraposición con los Estados monárquicos en el siglo XIX. Se basa en la convicción de que personas que nunca se han visto y que probablemente nunca se verán comparten un territorio, un idioma, una cultura y unos ancestros. En sociedades multiétnicas, obviamente el grupo que ejerce el poder impone sus valores y también esos aspectos. Históricamente, las guerras también contribuyeron a crear identidades nacionales, porque obligaron a enfrentarse violentamente contra “los otros”. Modernamente, las competencias deportivas —como expresiones de guerras domesticadas— recrean esas identidades.

¿Cree que el Estado ha reproducido una identidad nacional?
Puedo responder a esa pregunta con una comparación que he usado en mis clases sobre cómo el Estado ha promovido oficialmente jerarquías étnicas. Los billetes tienen una jerarquía económica que va de Q100, Q50, Q20, Q10 y Q5 hasta Q0.50; eso se reproduce idénticamente en el esquema estatal que recrea el patriotismo criollo colonial.
Los billetes de a Q100 tienen la imagen de Francisco Marroquín, español y religioso; los de Q50, la de Carlos O. Zachrisson, un empresario de origen extranjero; los de Q20 tienen la imagen del criollo español Mariano Gálvez; los de Q10, la de Miguel García Granados, un español nacionalizado y terrateniente; los de Q5, la de Justo Rufino Barrios, un ladino de occidente, militar y cafetalero; los de Q1, la de José María Orellana, un ladino de oriente y militar, y finalmente, los billetes de 50 centavos tenían la efigie de Tecún Umán, el héroe nacional, indígena y militar. En resumen, el sitio más alto en la jerarquía corresponde al español religioso, y el de cincuenta centavos, al indígena.

Apoyado en sus estudios, ¿qué mentiras conocemos que nos haya enseñado la historia oficial? Por ejemplo, ¿es cierto que para la Independencia hubo cohetes y marimba?
Bueno, según algunos testigos, sí hubo cohetes y marimba, con el objetivo de presionar a los notables para que decidieran a favor de la Independencia y la anexión a México. Sin embargo, otros afirman que no hubo mayor algarabía, porque ese día cayó un tremendo aguacero y todo mundo se fue a su casa. La tergiversación se encuentra más bien en difundir la versión de que se trató de una acción pacífica lograda por consenso, cuando, en realidad, hubo conflictos muy serios que condujeron a las guerras de la federación y al desmembramiento del Reino de Guatemala en cinco pequeños países. Guatemala envió un ejército a someter a los salvadoreños que se opusieron a la anexión.

¿Puede la historia ser un hecho liberador?
Claro, y yo creo que estamos en el mejor momento para revalorar la historia académica, porque el paradigma de la homogeneización del Estado nacional fracasó. En la actualidad, no solo se reconoce, sino que se valora la diversidad étnica y cultural. Ya no es necesario tergiversar los hechos del pasado para crear falsas imágenes de una sociedad homogénea. Siempre hemos sido una sociedad diversa, con muchos problemas históricos —que no se crearon en un día—, y efectivamente, la Historia busca entender por qué las cosas son como son. El objetivo es ese, entender por qué somos como somos.

¿Cuál es la diferencia entre la Historia oficial y la académica?
La Historia oficial es la que se construye y se difunde desde el poder. En consecuencia, todas las historias patrias, historias nacionales o historias de bronce que se han difundido por el sistema educativo nacional (y digo “nacional”, entre comillas) se pueden considerar oficiales. En su mayor parte cumplen con el objetivo de promover el ideal nacional. En consecuencia, no son necesariamente académicas, porque el objetivo es ideológico. La historia académica, por otra parte, tiene la pretensión de acercarse a la verdad. Aunque siempre hay debates y diferentes puntos de vista, estos están sustentados con evidencia empírica.

¿Está de acuerdo en que la historia es un arma ideológica poderosa?
Por supuesto. La Historia es el arma ideológica más poderosa, porque puede crear ideología. Los sucesos del 11 de septiembre en los Estados Unidos mostraron lo que los seres humanos somos capaces de hacer por un ideal nacional. Ese día, un grupo de personas fueron capaces de inmolarse e inmolar a otras que no conocían, siguiendo determinados ideales. Para unos son terroristas, y para los otros son héroes.

La historia oficial es tendenciosa, porque inyecta ideología. ¿Cuál es la nuestra, si tomamos en cuenta que la heredamos de pedagogos muchas veces ubiquistas?
Lamentablemente, el ideal nacional que se difundió en Guatemala no consideraba a la población indígena viva como “un elemento de progreso”, en palabras de José Antonio Villacorta, quien fue ministro de Educación de Ubico. A finales de los años 30, el mismo Villacorta empezó a plantear el ideal de nación basado en el mestizaje, probablemente por la influencia mexicana. Planteó una nueva versión de la historia de Guatemala, que recuperaba la historia indígena durante el período colonial como uno de los componentes positivos del mestizaje. No obstante que se promovió como proyecto oficial, como puede verse en los murales del Palacio Nacional, el mestizaje no fue aceptado como el ideal nacional —que siguió siendo el del ladino, entendido como todo aquel que no era indígena—. En consecuencia, todas las historias patrias se basan en mitos que tergiversan los hechos con el objetivo de promover la homogeneidad.

¿Podría citar ejemplos de tales mitos?Entre los clásicos, podría extenderme en el que mencioné, de la Independencia y la anexión a México. El mito dice que “fue un proceso pacífico, espontáneo, que se logró por consenso unánime, sin derramamiento de sangre, de los grandes hombres de la época, los próceres”. En realidad, el movimiento se hizo siguiendo el Plan pacífico de Independencia elaborado y promovido por la familia Aycinena, con el apoyo de intelectuales liberales como Pedro Molina, Mariano de Beltranena y José Francisco Barrundia. El objetivo del plan era mantener el status quo político con los privilegios de los comerciantes guatemaltecos. Los autores del plan estaban conscientes de que los añileros de San Salvador y los ganaderos de Nicaragua querían terminar con el monopolio de los comerciantes guatemaltecos. Por esa razón, para realizar el plan, solicitaron apoyo militar a Agustín de Iturbide, ofreciéndole la anexión del Reino de Guatemala a México. Antes que independizarse de España y México, las provincias querían independizarse de Guatemala.

Otro mito es la Reforma Liberal. Se dice que el período que se inició en 1871 generó gran desarrollo, por obra de un gran hombre, “el Reformador” Justo Rufino Barrios. En los billetes de Q5 dice: “El General Justo Rufino Barrios estableció la enseñanza primaria, gratuita, laica y obligatoria”. En realidad, seguimos arrastrando el enorme saldo de analfabetismo. A propósito, en el actual gobierno se promueve como el logro más grande la gratuidad de la educación. En realidad, Justo Rufino Barrios delegó en los finqueros la responsabilidad estatal de brindar educación, y estos, obviamente, no cumplieron con establecer escuelas en las fincas. En cuanto al desarrollo del país, efectivamente se dio un crecimiento económico de ciertos grupos, pero a costa del trabajo forzado y la expropiación de tierras de los indígenas.

¿No es así que la Academia de Geografía e Historia de Guatemala ofrece la versión criolla de la historia de Guatemala?
En realidad, me parece que fueron los intelectuales guatemaltecos de los primeros cincuenta años del siglo XX, varios de ellos vinculados a la Sociedad de Geografía e Historia, quienes recrearon como identidad nacional guatemalteca una variante del patriotismo criollo colonial. El más influyente fue Villacorta, pero también hay que recordar que los nombres de las universidades, tanto la nacional como las privadas, también recrean el patriotismo criollo, me refiero a las universidades de San Carlos, Francisco Marroquín, Rafael Landívar, Del Valle y Mariano Gálvez.

Finalmente, ¿trajo algún beneficio el establecimiento de la ciudadanía universal en la Constitución de 1824?
Efectivamente, la ciudadanía fue instaurada desde 1824; sin embargo, a partir de 1829 empezó a limitarse con criterios económicos. Eran ciudadanos únicamente aquellos hombres que tuvieran rentas o bienes suficientes para ejercerla, decía: “con responsabilidad”. En 1838 se agregó el criterio de exclusión étnica; en 1871 se excluyó a los analfabetas; en 1945 se incluyó por primera vez a las mujeres, pero en 1965 se excluyó a los comunistas. Total, podemos hablar de ciudadanía universal hasta la Constitución de 1985.
Perfil
  • Enrique Gordillo Castillo, guatemalteco, es máster y doctor en historia, por la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, Estados Unidos.
  • Licenciado en Historia por la Universidad de San Carlos de Guatemala.
  • Ha formado parte del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (Cirma), de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), del Centro de Estudios Urbanos y Regionales (Ceur).
  • Actualmente, es jefe del Departamento de Investigación de la División de Desarrollo Académico de la Dirección General de Docencia, en la Universidad de San Carlos.
  • Es docente de programas de posgrado en Flacso, la Usac y la Upana.
  • Es autor de varios libros, entre ellos:
  • Guía general de estilo para la presentación de trabajos académicos (2002).
  • Hacia la formación De “Alma Nacional”: José Antonio Villacorta Calderón y la Historia de Guatemala (1915-1962).
  • Severo Martínez Peláez y la Ciencia Revolucionaria Guatemalteca (2000).

domingo, 27 de junio de 2010

Belice es nuestro... ¿vecino?

La Corte Internacional de Justicia cada vez está más cerca. Después de 150 años de disputa habrá una solución final e irrevocable al diferendo territorial con Belice. ¿Qué posibilidades tiene Guatemala de ganar? Varios analistas intentan darle respuesta.

Por: Marta Sandoval msandoval@elperiodico.com.gt
Leímos para usted: Renato Lechuga García


Los intentos de Ydígoras Fuentes y Kjell Laugerud
Para Ydígoras Fuentes recuperar Belice se volvió casi una cuestión personal. Hay quienes le recuerdan gritando en las calles, “Belice es nuestro”, acompañado de un coro de transeúntes. En 1962 le entregó al pueblo de Guatemala un escrito para instarle a luchar por el territorio. Se llamaba “Oración de los Destinos de Guatemala” y entre otras cosas decía esto: “Pueblo de Guatemala, levántate, ponte de pie, sé digno de la magna tarea que te piden los huesos de tus padres y abuelos; prepárate para cumplir otra de tus misiones: recuperar Belice, que ahora gime entre las garras de una gran potencia. Debemos recuperar Belice, nosotros o nuestros hijos, pero debemos hacerlo con la mirada hacia el futuro y con el anhelo de borrar la vergüenza que ahora nos sonroja. Si por evitar el choque le dejamos, él nos batirá después con más seguridad. No hablo para inspirar guerra con ninguna nación, ojalá tengamos siempre amistad y alianza con todos. Pero, si es necesario defender los derechos y el honor nacional con las armas no debemos jamás titubear en tomarlas”. Por supuesto, nunca se llegó a la guerra. Años más tarde Kjell Laugerud tuvo también intenciones de recuperar Belice por las armas, estaba ya fraguando un plan de ataque, pero el terremoto de 1976 lo detuvo.


Desapareció de los libros de texto. Los niños aprenden en mapas muy distintos de los que veían sus padres; a los nuevos les falta algo, esa porción de tierra al lado de Petén. Belice ya no está. En cancillería no lo dan por perdido, al contrario, la emoción se nota entre los miembros de la Comisión encargada de recuperarlo, se alegran de que por fin Belice haya aceptado ir a la Corte Internacional, para que un juez ponga el punto final al diferendo. Guatemala va a ganar, aseguran. 
Pero entre los analistas expertos en el tema, la emoción no es tanta. Ganar no será tan sencillo, la historia es larga y enredada. Durante 150 años, miles de negociaciones han terminando en la basura. Tratados como los firmados por Skinner Klee en 1931 y Eduardo Stein en 1999, podrían complicar las cosas, aseguran.

Todos los gobiernos guatemaltecos –desde Kjell Laugerud que casi se va a la guerra, hasta Serrano Elías que reconoció a Belice como un país independiente– han intentado de todo para recuperar una tierra que históricamente le corresponde a Guatemala, sin que hayan conseguido nada. Pero ahora estamos más cerca, llegar a la Corte es la forma de cerrar una disputa añeja. La pregunta es si estamos preparados, si tenemos los argumentos que hagan que un juez nos de la razón.
Para contestarla, primero hay que entender cómo empezó el conflicto.
Cómo empezó el conflicto
España decidió en 1783, mediante el Tratado de Versalles darles permiso a los ingleses para talar palo de tinte, una especie que abundaba en las espesas selvas de lo que hoy es Belice. Le otorgó una concesión de 4 mil 800 kilómetros con ciertas condiciones: no establecer colonias, no llevar material bélico o soldados y respetar la soberanía de España en esos terrenos. Tenían el derecho de talar los árboles y nada más. Los ingleses acataron la orden en un principio, pero poco a poco fueron extendiéndose del territorio que España les había “prestado”. En 1786 la Corona española les hace una nueva concesión, hasta completar 6 mil kilómetros cuadrados, las condiciones eran las mismas: no radicarse allí. Inglaterra entonces ocupaba todo el territorio entre el Río Hondo y el Río Sibún, en el norte de Belice; el resto del Río Sibún hasta lo que hoy es Puerto Barrios seguía en poder de España. Pero Inglaterra no cumplió con la condición de no llevar municiones. En 1789 los españoles intentaron recuperar su territorio y atacaron la Isla de San Jorge, en Belice, buscando expulsar a los ingleses, pero en poco tiempo los ingleses les dominaron y dieron por conquistado el territorio. Al parecer Inglaterra había ganado por las armas, pero no fue así. En 1802 se firmó el Tratado de Amiens en el que Inglaterra se comprometía a devolver todos los territorios conquistados a Francia y a España. Entonces Belice volvía a manos españolas, en teoría, porque los ingleses no salieron de allí.

Años después Guatemala firma su independencia de España y proclama su soberanía sobre todo el territorio que antes fue de la Corona española, Belice incluido. Pero los ingleses no se van. En esa época se pone en marcha la doctrina Monroe, impulsada por Estados Unidos y que postulaba que América debería ser de los americanos. En ese contexto, en 1850, se firma el Tratado Clayton-Bulwer, en el que Estados Unidos e Inglaterra se comprometen a no ocupar ningún territorio de Centroamérica. Pero Gran Bretaña no desocupa Belice. Seis años después Estados Unidos e Inglaterra firman el Tratado Dallas-Clarendon, donde acuerdan que el territorio de Belice es una excepción al tratado Clayton-Bulwer y que puede seguir en poder inglés, y para evitar problemas agregan que las fronteras deberán ser delimitadas con el Gobierno guatemalteco.

Entonces Gran Bretaña y Guatemala llegan a un acuerdo, los ingleses se quedan en Belice y a cambio construirán una carretera que comunique el Pacífico con el Atlántico. La carretera no se construyó nunca. En 1863 Guatemala reclama a los ingleses que incumplieron con su parte del trato y ellos ofrecen 50 mil libras esterlinas en compensación. Ya se sabe, tampoco pagaron y se quedaron con Belice.

Desde entonces se ha negociado con ellos y su respuesta casi siempre ha sido “not one inch”. Fracasaron todos los intentos, hasta 2008, cuando Belice aceptó ir a una Corte Internacional y que sea un juez quien decida. Una resolución histórica que podría ponerle fin a la disputa. Pero para llegar a la Corte hace falta todavía que los dos países consulten a sus ciudadanos.

En el acuerdo especial que firmaron Guatemala y Belice en 2008 se estipula que primero el Congreso debe aprobar que se realice una consulta popular; si el Congreso dice que sí, entonces el Tribunal Supremo Electoral debe convocarla. Belice tiene que hacer lo mismo para que la consulta se realice simultáneamente en los dos países. Si los beliceños votan por el sí y los guatemaltecos también, entonces, y sólo entonces, vamos a la Corte. Si los beliceños dicen que no y los guatemaltecos que sí, no podemos ir a Corte y tendríamos que seguir negociando como lo hemos hecho en los últimos 150 años.

“Lo más probable es que en Belice no aprobarán ir a una consulta popular, porque se pone en entredicho la integridad territorial de lo que su Constitución dice que es Belice. En su Constitución se marca el territorio”, explica Roberto Bermejo, abogado experto en el tema.

La duda que surge es si realmente estamos preparados para ir a la Corte, si tenemos los argumentos necesarios para recuperar un territorio que lleva en manos ajenas más de un siglo.
Rumbo a la corte
De acuerdo con Enrique Cabrera, internacionalista experto en el caso de Belice, Guatemala tiene muchas posibilidades de ganar el caso en la Corte, siempre y cuando la demanda se haga de forma astuta e inteligente. “Guatemala siempre ha negociado, nunca peleado”, opina, “una vez no cambien a la gente de la Comisión de Belice estamos cocinados. Si ellos van entonces vamos perdidos. Si a usted le roban su casa, ¿le daría el caso a un güisache? Si la tienen que operar del corazón, ¿dejaría que lo hiciera un practicante?”. A criterio de Cabrera, el Congreso antes de aprobar la consulta popular debería interpelar al Ministro de Exteriores y pedirle cuentas sobre la actuación de la Comisión. “Los argumentos los tenemos”, dice Cabrera, “el problema ha sido de incapacidad de nuestros internacionalistas”.

Bermejo ve muchos puntos en contra de Guatemala camino a la Corte. “Tendríamos más posibilidades de ganar el caso si se litiga ex aequo bono, que quiere decir sobre la base del principio de buena fe. Desgraciadamente en el convenio no se pactó así, sino juzgar conforme a Derecho y en estas condiciones con un alto grado de seguridad Guatemala está perdida. El procedimiento ex aequo bono lo venimos defendiendo desde hace muchos años porque es la forma en la que se puede ganar este litigio. Yo le pregunté a un miembro del consejo por qué no se acordó juzgar ex bono y me contestó “porque los beliceños no quisieron”, entonces yo le respondí, “pues ustedes no hubieran firmado”.

Edgar Gutiérrez, ex canciller, no cree que juzgar sobre la base de buena fe sea demasiado importante, “hay varios antecedentes de buena fe y se ve que la buena fe no la han cumplido”, comenta, para él Guatemala sí tiene posibilidades de ganar el debate y recuperar territorio, “aquí intervienen tres factores. La técnica jurídica, la preparación y los abogados experimentados. El ambiente internacional y el apoyo político interno que se le da a la demanda. Sí el referéndum es respaldado por la población”, comenta.

El profesor estadounidense, Edwin Palenque, por el contrario, no cree que Guatemala vaya a poder conseguir territorio: “Es una historia muy compleja y no creo que Guatemala esté en condiciones de recuperar territorio. Otro elemento a tomar en cuenta es la presencia de México y el apoyo que le ha dado a Belice por sus propios intereses. Está la presencia implícita de Gran Bretaña y México quiere quedar bien con ellos, recordemos que no apoyó la guerra de las Malvinas”.

Además, hay otros elementos que complican la situación, a criterio de los analistas, el que el Gobierno de Serrano Elías haya reconocido la soberanía de Belice; las cartas que Skinner Klee y Eduardo Stein enviaron a Belice.
La inmediata respuesta de Skinner Klee
En 1931, el canciller inglés envió una amable carta a su colega guatemalteco, en ese entonces Alfredo Skinner Klee, le decía que quería estar seguro de que los límites territoriales eran los que fijaron los ingenieros Fernando Cruz y Frederick Brunton en 1859. El ingeniero guatemalteco y el inglés trazaron líneas e instalaron unos mojones de cemento en lo que dispusieron serían las fronteras. Lo hicieron del río Sarstoon al río Hondo, es decir, todo el territorio de lo que hoy es Belice.

Al día siguiente de recibida la carta Skinner Klee contesta, dice que sí, que por supuesto que Guatemala está de acuerdo con fijar allí las fronteras. En relaciones internacionales un cruce de cartas firmadas por los cancilleres constituye un Tratado, por lo tanto los ingleses, nada perezosos, fueron a inscribir las dos cartas a la Liga de las Naciones donde quedó establecido que Guatemala aceptaba las fronteras planteadas por Belice.

“Este tratado el Ministerio de Relaciones Exteriores lo ha tenido oculto al pueblo de Guatemala porque saben que con esto nos cocinan en la Corte”, dice Enrique Cabrera.

En 2001 Belice pidió a cuatro de los más grandes expertos en relaciones internacionales que evaluaran la situación y presentaran un informe sobre las posibilidades de Guatemala en la reclamación. Trabajaron en ello Sir Elihu Lauterpacht, un abogado internacionalista que ha representado a varios países en la Corte Internacional; el juez Stephen Schwebel, ex presidente de la Corte Internacional, y los profesores universitarios Shabtai Rosenne y Francisco Orrego. La conclusión a la que llegaron los especialistas fue un “no” rotundo, “Guatemala no tiene posibilidades de recuperar el territorio”. La negativa se la achacan, entre otras cosas, a la carta firmada por Skinner Klee.

“La voz del Presidente o del Ministro de Exteriores son convenios internacionales, ellos comprometen al país y Skinner Klee lo hizo. Es un factor negativo a los intereses de Guatemala”, opina Bermejo.

Pero la carta de Skinner Klee no es algo que preocupe en Cancillería. “Para que sea un cruce de cartas se tiene que transcribir en ambas cartas el instrumento y no lo transcriben”, argumenta Maritza Ruiz de Vielman, sin embargo el instrumento sí está transcrito en el cruce de cartas de 1931, por lo tanto, es válido, “pero no está ratificado. Ellos lo inscribieron unilateralmente”, dice Antonio Castellanos de la comisión. “Nosotros tratamos de no abordar mucho este tema, porque eso lo vamos a tratar en el juicio, no le vamos a adelantar nuestras armas a Belice, ya tomamos nota y ya preparamos todos los argumentos para refutar, lo único que puedo decir es que eso no me preocupa. Los argumentos los tenemos, lo que pasa es que nosotros no vamos a contratar a un Lauterpacht para que lo diga”, agrega De Vielman.

“Fue algo verdaderamente inaudito”, dice Bermejo, se refiere a la carta que el 18 de octubre de 1999 envió el entonces canciller Eduardo Stein a su par en Belice. En la misiva el canciller le dice a Belice que Guatemala no reclama el territorio norte, del Río Sibún al Río Hondo y limita los derechos de nuestro país a sólo 12 mil kilómetros. “Tengo mucho respeto por Stein porque es un hombre muy inteligente pero a saber quién lo aconsejó. Con esto si vamos a la Corte vamos ya con la mitad perdida”, agrega.

Cabrera también es crítico con esta carta, “dijo que la parte norte de Belice era un usufructo que les dio España y que por eso no la reclamaba cuando eso no es así, España nunca lo dio en usufructo, fue una concesión sin derecho de establecer colonia”, recuerda Cabrera.

Pero la Comisión piensa que esa carta sirvió para allanar el camino hacia la Corte, “los ablandó muchísimo”, dice Castellanos, “los puso en conciencia de que este no era un problema de límites como siempre lo enfocaron”. De acuerdo a la Comisión esa misiva de Stein los llevó a conseguir la firma de Belice en el acuerdo de ir a la Corte, un paso histórico en la negociación.

“Desempantanó el proceso”, piensa el ex canciller Gabriel Orellana, “Stein lo único que hizo fue sentar las bases para que Belice estuviera anuente a ir a la Corte, de otra forma no se hubiera podido avanzar”, agrega.

Si vamos a la Corte, ¿qué podemos ganar? Para contestar a esta pregunta es necesario conocer qué es lo que vamos a pedir. “En la Comisión no saben ni lo que van a reclamar”, comenta Cabrera, y Maritza Ruiz de Vielman asegura que eso se definirá en la demanda, “como un general nunca va a revelar cuál es su plan de batalla, Guatemala tampoco va a poner en la prensa qué es lo que va a pedir. El acuerdo quedó amplio, dice que el objeto de la disputa es cualesquiera reclamaciones legales que tenga Guatemala respecto al territorio continental, insular y marítimo, eso da cabida para todo”, afirma.

Históricamente Guatemala tiene derecho a todo el territorio de lo que hoy es Belice y a las islas. Pero con la carta de Stein Guatemala acuerda que sólo reclamará la parte sur, 12 mil kilómetros. Así que de ganar, puede ganar una buena parte del territorio, el potencial turístico de las islas y la salida al mar. “Cuánto se podría desarrollar Petén si tuviera costa, eso beneficiaría muchísimo”, dice De Vielman.

“El sólo hecho de ir a la Corte ya es un triunfo para Guatemala”, piensa Gutiérrez. “Lo que se gane sea poco o sea mucho es más de lo que tenemos ahora. A Guatemala le conviene cerrar ese diferendo”, explica.

Y qué podría perder. Sólo dinero, bastante dinero. Ir a una Corte Internacional supone un desembolso millonario. “Hace unos años entre El Salvador y Honduras hubo un sometimiento de su caso ante la Corte Internacional, Honduras gastó US$20 millones y El Salvador US$16 millones”, comenta Castellanos, “pero la soberanía no tiene precio”, agrega.

Existe un fondo en Naciones Unidas para ayudar en los gastos legales a países del tercer mundo y que podría cubrir una parte del costo. “Lo que pasa es que tenemos que poner algo nosotros, no podemos ir extendiendo la mano, tenemos que mostrar que nos importa lo suficiente como para poner lo propio”, dice De Vielman.

De momento, los cinco integrantes de la Comisión casi se quintuplicaron el sueldo, pasaron de devengar Q9 mil a Q44 mil 800, de un mes a otro. “Antes estábamos demasiado mal pagados”, dice De Vielman, “trabajábamos ‘casi ad honorem’”. Los abogados de la Comisión aseguran que este gasto será un ahorro en el futuro, cuando se tenga que contratar a expertos internacionales que lleven el caso a la Corte. “Queremos dejarle la papa pelada, tener el trabajo casi terminado para que cuando se contrate a los que cobran US$1,200 la hora ya lo tengan todo trabajado”, dice De Vielman.
Si Belice es nuestro o es nuestro vecino, lo decidirá la Corte.

http://www.elperiodico.com.gt/es/20100627/domingo/160630/