sábado, 25 de junio de 2011

Guatemala está perdiendo su futuro


Guatemala está perdiendo su futuro
Entre 1960 y 2000, medio millón de niños murió por factores asociados a la desnutrición, eso es más de dos veces la cantidad de personas que murieron durante el conflicto armado que duró 36 años.
Por: Sylvia Gereda Valenzuela
Leímos Para Usted: Lechuga G. Renato
Mientras la mayoría de políticos lanzan discursos, se sumergen en foros cuyo debate ya no tiene sentido y se internan por las calles de tierra haciendo promesas que seguramente no cumplirán; existe un drama silenciado que creció durante este gobierno pero que ha sido arrastrado por décadas. Porque a ellos, a los niños desnutridos, nadie los quiere ver.
Es preferible tenerlos escondidos, lejos de los ojos de la multitud. Esos niños, olvidados en el corredor seco y dispersos por todos los rincones del país, no son más que calavera y huesos que aún respiran, pero perdieron su dignidad humana, su fuerza y el brillo de sus ojos.
Estos niños son la evidencia de que en Guatemala muy poco ha cambiado a pesar que vivimos en un país que desborda recursos naturales, pero que irónicamente es incapaz de dar sustento a los más necesitados.
Aceptar vivir con niños desnutridos es una vergüenza, porque destruye el capital humano del país, que es su gente. Pero también muestra la indiferencia de los gobiernos de turno y la sociedad incapaces de tener empatía con los más pobres.
Solo unos cuantos programas de empresas privadas se han echado el costal al hombro y hoy los vemos trabajando para erradicar esta problemática. Esposas de diplomáticos también han estado al pie de la cruz de estos chapines desnutridos y existen médicos héroes, como el que perdió su puesto en el gobierno de Colom y fue despedido por atreverse a denunciar públicamente la desnutrición de su gente.
Acá el problema es que esta lucha no puede seguir siendo de unos pocos, porque la desnutrición no solo afecta al individuo que la sufre, sino que también arrastra a la sociedad entera, porque el potencial intelectual de sus pobladores se ve destruido. Las estadísticas colocan a Guatemala en el primer país con mayor desnutrición en el continente, por encima de Honduras o Haití.
Está comprobado que la desnutrición produce daños cerebrales, que si no son remediados antes de los 2 años de vida generan consecuencias negativas irreversibles. En la infancia, el mayor impacto de la desnutrición lo sufre el cerebro, en el que se producirán alteraciones metabólicas y estructurales irreversibles.
El cerebro es el órgano que más rápidamente crece, y lo hace a un ritmo de 2mg por minuto durante los primeros meses de vida. Al nacer el ser humano, su cerebro pesa 35 gramos alcanzando los 900 gramos en 14 meses; lo que equivale al 80 por ciento del peso del cerebro del adulto. Cuando hay desnutrición infantil, no solo se detiene el crecimiento cerebral, sino que, además, se produce atrofia del cerebro. De allí que sea fundamental actuar sobre la desnutrición infantil en los primeros años de vida. Luego de ese período, la recuperación del niño se torna más difícil, casi imposible.
Si queremos visualizar la catástrofe que la nutrición causa en las finanzas de un país, basta ver el estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) que fue publicado hace algunos años donde detallan que entre 1960 y 2000, medio millón de niños murió por factores asociados a la desnutrición, eso es más de dos veces la cantidad de personas que murieron durante el conflicto armado de Guatemala que duró 36 años.
El informe agregó que solo las horas-hombre que no se trabajaron a causa de las muertes asociadas a la desnutrición costó unos mil US$158 millones en 2004 y la desventaja comparativa que significó contar con una población menos educada a causa de los elevados índices de repetición y deserción escolar costó US$1 mil 668 millones de dólares ese año.
Mientras el 23 por ciento de los niños no desnutridos abandonan la escuela antes de terminar la primaria, esta cifra se eleva a un 63 por ciento de los niños que están desnutridos.
Estos niños guatemaltecos son insuficientemente atendidos por tres malogrados sistemas: El Educativo, Que No Garantiza Ni Su Educación Ni Su Alimentación En La Escuela; El De Salud Y Menos Aún El De Seguridad Alimentaria.
Y entonces, cuando uno ve estas realidades se pregunta, ¿Por qué el gobierno de Álvaro Colom, que se dice de la solidaridad no invirtió sus recursos en resolver este drama?

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