lunes, 30 de enero de 2012

La toma de posición de las empresas forestales en la región


A partir de 2005, las compañías chilenas retomaron con fuerza sus inversiones en el continente:
La adquisición de una planta de paneles en EE.UU. por parte de Arauco prueba que las empresas con espaldas financieras pueden aprovechar las oportunidades. Lo mismo hizo años atrás CMPC cuando compró la planta Guaíba en Brasil. América Latina les permite a Arauco, CMPC y Masisa continuar siendo productores competitivos. La compra de tierras es uno de sus principales desafíos.  
Por: Sandra Radic
Leímos para usted: La ceiba
Gestión y Planificación Territorial.
En la tarde del martes 24 recién pasado, James Hogg, CEO de Uniboard Canadá, informó a través de un breve comunicado que se había concretado la venta de la planta de paneles Moncure a Paneles Arauco.
No es la primera vez que una firma local adquiere una compañía en Estados Unidos. Masisa tuvo una planta de molduras MDF en Charleston, pero los tiempos le jugaron en contra y la cerró en 2007 cuando ya se sentían los síntomas de la crisis subprime.
De hecho, el mercado de paneles en EE.UU. ha estado deprimido desde entonces y la única apuesta relevante que se hizo en ese nicho fue justamente la de Uniboard. En febrero de 2010, la firma amplió la planta de Moncure (Carolina del Norte) y la dejó con una capacidad de producción de 550 mil m3, lo que le significó una inversión total de US$ 210 millones. Sin embargo, debido a la crisis económica en América del Norte y Europa y a la reestructuración financiera en que está inmerso su controlador, el grupo alemán Pfleiderer, Uniboard tuvo que vender dicha unidad a Arauco en US$ 56 millones más US$ 6 millones en capital de trabajo.
De esta forma, Arauco se consolida en el segmento de paneles como uno de los 10 productores más relevantes del mundo, de acuerdo a lo señalado por su vicepresidente ejecutivo, Matías Domeyko, aunque sufrió un traspié con el incendio de enero pasado de su fábrica en Nueva Aldea (VIII Región) que le aportaba una producción de 450.000 m3 al año.
Esta adquisición sólo reafirma por dónde va el crecimiento de la filial de Empresas Copec: bosques, celulosa y paneles tanto en Chile como en América. Una diversificación algo distinta a la de Empresas CMPC -ligada al grupo Matte, que si bien también crece en bosques y celulosa, sus rumbos se orientan a fortalecer la fabricación de productos de papel y tissue en la región. Mientras que Masisa - del Grupo Nueva- se ha especializado en la industria de los tableros y apunta su estrategia a llegar al consumidor final con una red de 337 placacentros.
Tras el desarrollo de estas líneas de negocios está el supuesto de que el dinamismo que ha mostrado Latinoamérica se mantendrá. Para graficar con un segmento, si la demanda por MDF en el mundo aumentó 176% entre 2000 y 2010, en la región se incrementó en 342% en el mismo lapso, según cifras de Faostat. Por su parte, el consumo regional de productos tissue como servilletas, papel higiénico y toallas de papel es todavía muy bajo. Un informe de IM Trust indica que si Chile tiene el más alto consumo per cápita regional al llegar a 9 kilos por año, todavía está por debajo de Portugal (13,5 kilos) y de España (15 kilos), por ende, el resto de los países latinoamericanos tiene un potencial de crecimiento mayor. En tanto que al ser productores de celulosa de bajo costo podrán sortear la crisis económica mundial de mejor manera que sus competidores.
Argentina: la apuesta frustrada
Las primeras incursiones de una empresa chilena en el exterior fueron hechas por Empresas CMPC en 1991. Invirtió en plantas de pañales, en tissue y luego, en 94.300 hectáreas en Corrientes, iniciando así la compra de bosques en la región. Pronto le siguió Masisa que comenzó a operar con una planta de tableros aglomerados. El apogeo menemista y el clima proinversión hacía que los capitales se sintieran seguros en Argentina. Eso produjo que el mercado mirara con impaciencia a Celulosa Arauco, empresa que adquirió una planta de celulosa y de bosques en Alto Paraná recién en 1996.
Pero la debacle económica de Argentina y la salida que ese país halló a través del kichnerismo, puso un freno a las inversiones. Su expresión más significativa ha sido la Ley de Tierras que aprobó el Senado trasandino en diciembre del año pasado, la que estipula que los extranjeros no pueden tener más de mil hectáreas. La norma no tiene efecto retroactivo, pero "es el certificado de defunción para el crecimiento de una compañía internacional", explica Adrián Lerer, de Lerer Consultora, quien trabajó como gerente de Asuntos Corporativos y Legales de Alto Paraná hasta el año pasado.
Cada cierto tiempo se especula con la venta de Bosques del Plata y la empresa del grupo Matte reconoció en diciembre de 2010 que encargó a un banco de inversión que estudiara opciones estratégicas, potenciales asociaciones y/o venta parcial o total de estas plantaciones. Dos posibles interesados podrían ser Celulosa Argentina o la azucarera Ledesma que produce celulosa y papel, señala Federico Sidi, analista senior de Compass.
No es fácil la operación en Argentina. El control de cambios, las restricciones a las importaciones y exportaciones, y la negociación permanente complica la operación allí. Por ejemplo, Empresas CMPC debió enfrentar el bloqueo de las plantas de Papelera del Plata por parte de sindicatos de camioneros en 2009, lo que analistas indican que fueron momentos muy duros para la administración. Además, se encuentra en mercados de productos de consumo como el papel higiénico que es sensible para la canasta familiar, lo que implica afrontar precios regulados. Sin embargo, el liderazgo de los Matte en el segmento tissue de ese país es relevante, al contar con una participación de mercado de 48% y una producción de 106 mil toneladas al año, siendo el tercer centro productivo más importante después de Chile (127 mil toneladas) y de Brasil (125 mil toneladas).
Por su parte, "el principal problema de Arauco en Alto Paraná es que se encuentra en una zona muy pobre. Se pensó que la instalación de la chilena sería la solución para todos los males locales, lo que es imposible", indica Lerer.
La empresa cuenta con 256 mil hectáreas en esa zona. "Si se toma en cuenta que el 44% de esa superficie es bosque nativo y que se encuentra a 50 kilómetros de las Cataratas de Iguazú, sitio que es considerado una de las siete maravillas de la naturaleza, la firma de Angelini debería pensar en cómo se hace partícipe de ese desarrollo turístico para que no se transforme en un problema para su crecimiento", advierte Lerer. Hasta el momento, éste no es un tema a nivel público.
En general, en las presentaciones de la compañía escasamente se menciona a Alto Paraná. Sin embargo, a inicios de enero, la ministra de Industria de Argentina, Débora Giorgi, anunció que la empresa invertirá US$ 50 millones destinados a la producción de pasta de celulosa y a duplicar la producción de tableros de melamina. Esa misma semana también informó sobre inversiones de extranjeros en Tierra del Fuego que llegaban a US$ 450 millones, empeñada en demostrar que los capitales extranjeros confían en el gobierno.
Las lecciones de Uruguay
Mientras Argentina se retrotraía, otros países surgieron como destino de nuevas inversiones. Uruguay y, más recientemente, Colombia copiaron el modelo forestal chileno. Sin embargo, en el caso del primero no sólo se impulsó la forestación, sino también la industrialización a través de beneficios fiscales. La concreción de este plan le valió un conflicto de proporciones con el gobierno de Buenos Aires. En 2005, Montevideo autorizó la instalación de la planta de celulosa del grupo Botnia en Fray Bentos, al borde del río que limita con Argentina. Los ambientalistas reclamaron por la contaminación y el gobierno de Kichner interpuso una demanda ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya. La inversión más grande de la historia uruguaya (US$ 1.200 millones) corrió severo peligro, pero el fallo que se dictó cinco años después terminó dándole la razón al gobierno de Tabaré Vázquez.
En vista y considerando el problema que se generó, la española Ence que también tenía programada la construcción de una planta de celulosa cerca de la de Botnia, decidió trasladarlo a Punta Pereira, que se encuentra a 50 kilómetros de Colonia y a igual distancia de Buenos Aires, relata Lerer. Cuando Arauco y Stora Enso Amsterdam compraron en 2009 a los españoles, mantuvieron la nueva ubicación, pese a que conlleva costos en logística más altos. De esta forma, se embarcaron en la construcción de la planta de celulosa, Montes del Plata, con una inversión de US$ 1.900 millones y una capacidad de producción de 1,3 millones de toneladas métricas de celulosa. "Es una planta modelo y se han preocupado hasta de minimizar el impacto visual que tiene", indican los analistas.
Si bien ciertas autoridades uruguayas han cuestionado los beneficios fiscales que se dieron a Montes del Plata, cuando en ese país se lleguen a producir 2,3 millones de toneladas de celulosa al año hacia el 2014, la economía uruguaya, tradicionalmente agrícola ganadera, habrá cambiado de manera radical, señala César Pérez, analista de Celfin.
La búsqueda de aliados
La alianza de Arauco con Stora Enso es antigua. Se remonta a 1989 cuando crearon Forestal Valdivia, aunque cinco años después la firma sueco-finlandesa le vendió su parte. Sin embargo, los lazos se mantuvieron y en 2007 se aliaron para realizar un joint venture con los activos de Stora Enso Arapoti en Brasil. Stora tenía como su principal objetivo la planta de papel y no se veía como un operador de aserraderos, señaló en su oportunidad Nils Grafstrom, presidente de la división para América Latina de esta empresa. A Arauco le interesaban los bosques y "verían la mejor forma de hacer un uso eficiente de los mismos", indicó el ejecutivo.
En la búsqueda de esa complementariedad también se entiende la asociación de Arauco con el grupo brasileño Klabin (líder en papeles para embalaje). El año pasado compraron Florestal Vale do Corisco que cuenta con 107 mil hectáreas de tierras, 63 mil de las cuales están plantadas con pino, en el Estado de Paraná. El monto de la operación fue de US$ 473,5 millones. Si bien disputan el mismo árbol, la parte del tronco que Arauco necesita para su planta de paneles en Jaguariaiva es distinta a la que requiere Klabin para sus productos, afirma Pérez, de Celfin. Además, ir de la mano de una empresa local facilita la compra de masa forestal.
El joint venture con Klabin le asegura a Arauco el abastecimiento de madera para su planta de MDF Jaguariaiva, donde ha invertido US$ 170 millones en una nueva ampliación (de 315 mil a 815 mil m3 anuales) que lo deja en una mejor posición para competir con los otros jugadores de la industria de paneles. Entre ellos están: Duratex que planea agregar 1,2 millones de m3 anuales a su actual capacidad hacia 2015, Masisa y Berneck.
Masisa, por su parte, también ha concentrado sus esfuerzos en ese mercado que al cierre de 2010 representaba el 25,9% de sus ventas, siendo más importante que Chile. A mediados de 2009 inició operaciones la nueva planta de MDP en Montenegro (Rio Grande do Sul) con una capacidad anual de 750 mil m3 y una nueva línea de melamina de 300 mil m3. Sin embargo, vendió la planta de OSB de Ponta Grossa a Louisiana Pacific porque apuntaba al rubro construcción y preferían quedarse con el segmento destinado a muebles y arquitectura de interiores. Además, se desprendieron de un aserradero y bosques. Analistas indican que esta enajenación le ayudó más bien a fortalecer su posición financiera.
"Todo el sector produjo cerca de 6,5 millones de m3 en 2011, destinados principalmente al mercado local. Sólo el 2% de la producción se exportó", explica Jefferson Mendes, CEO de Poyry Silviconsult Engenharia Ltda.
Brasil se agiganta
Brasil tiene los problemas de una economía que crece de la mano del desarrollo de los recursos naturales. Analistas como Federico Sidi, de Compass, enfatizan el creciente problema de encontrar mano de obra calificada, principalmente ingenieros. A ello se suma que la infraestructura y los servicios de logística en las zonas de mayor expansión forestal pueden llegar a ser insuficientes.
En tanto que el nuevo código forestal y la ley que regula la adquisición de tierras por parte de extranjeros, ponen una luz amarilla para los inversionistas de largo plazo. En general, los mayores jugadores han logrado enfrentar los problemas ambientales de manera exitosa y casi todos tienen certificación FSC. "La compra de tierras es el desafío más importante para las compañías internacionales en este momento. Por lo tanto, asociarse con compañías brasileñas puede ser la principal estrategia a tomar", afirma Mendes.
En la actualidad, Brasil produce 13 millones de toneladas de celulosa y alrededor del 60% se exporta. En este segmento compiten Fibria, Suzano, Klabin, Veracel, Cenibra, CMPC y Eldorado, entre otras. "Hay 10 grandes proyectos industriales en análisis o anunciados que deberían concretarse en los próximos ocho años. Sin embargo, no todos se harán realidad. La industria de la celulosa podría crecer su capacidad en 8 a 10 millones de toneladas y la industria de paneles entre 3 y 4 millones de metros cúbicos", señala Jefferson Mendes.
Con estos niveles de producción de pulpa y paneles, la consultora Poyry advierte que el principal cuello de botella es la superficie de bosque plantado, la cual sería insuficiente para proveer a la industria. La mayor parte de los bosques artificiales pertenece a las empresas de celulosa y papel (46%), principalmente eucalipto.
La salud financiera de empresas como Fibria y Suzano hace temer que sus proyectos de plantas de celulosa queden en carpeta. "Ambas necesitarán capital este año. Lo más probable es que vendan activos o emitan acciones", ya que no tienen posibilidades de aumentar su endeudamiento, dice Federico Sidi, de Compass. Fibria arroja un endeudamiento de 3,6 veces Ebitda, lo que contrasta con Arauco que registra 2,6 veces y CMPC, de 2 veces, señala un informe de CMPC .
En este contexto, la posición de las chilenas es sólida en comparación con sus competidores. Son firmas integradas, de bajo costo de producción, endeudamiento razonable y acceso a condiciones de financiamiento favorables.
Si bien Arauco pareciera estar concentrada en la construcción de su planta en Uruguay, un jugador de su talla con 3,2 millones de toneladas de producción anual que lo coloca en el segundo lugar a nivel mundial después de Fibria (5,2 millones de toneladas), no puede evitar estar en Brasil, analiza Sidi.
Tal como lo hizo Empresas CMPC que invirtió US$ 1.370 millones en 2009, al comprarle justamente a Fibria la unidad de Guaíba que incluía una planta de celulosa, otra de papel, aproximadamente 212 mil hectáreas de terrenos y los permisos aprobados para aumentar su producción de pulpa de 450 mil toneladas a 1,75 millones de toneladas.
El grupo Matte debería anunciar pronto el monto de la inversión que hará en la ampliación de esta planta en el estado de Rio Grande do Sul, pues planea aumentarla en 1,3 millones de toneladas. La línea II de Guaíba le permitiría bajar los costos de producción y estratégicamente está a sólo 80 kilómetros de los bosques y a 260 kilómetros del puerto. Además, ante inversionistas ha señalado su intención de incrementar la superficie forestal en ese país. "En la medida que Fibria y Stora Enso han pospuesto sus proyectos industriales en Rio Grande do Sul, el ambiente de negocios para CMPC ha sido muy favorable", concuerdan los expertos.
En paralelo, ha estado ampliando su capacidad en tissue orientada al mercado brasileño a través de la compra de plantas que luego mejora y expande. Pese a que llega a niveles de producción cercanos a los de Chile, apenas logra una penetración de mercado en Brasil de 11%. En todas estas incursiones, el grupo ha ido solo.
Pero este crecimiento de la producción de tissue también se ha extendido al resto de los países. En los dos últimos años, Empresas CMPC compró nuevas máquinas de tissue para las plantas de México, Perú y Colombia, donde construyó la planta de Gachancipá a un costo de US$ 70 millones que se agregó a la planta de Drypers, especializada en la fabricación de pañales. Los Matte han señalado su interés en seguir creciendo en este país, donde suman inversiones por cerca de US$ 120 millones en tres años.
Colombia, la tierra prometida
Los grupos económicos ven con interés la decisión de Colombia de transformar el desarrollo forestal en una política de Estado, lo que se ha concretado en beneficios tributarios y subsidios a través del Certificado de Incentivo Forestal (CIF). De acuerdo a cifras gubernamentales, hay 17 millones de hectáreas aptas para la reforestación y sólo se usa el 1,5% del potencial forestal (253.000 hectáreas). Para graficarlo mejor, Uruguay que es la sexta parte del territorio colombiano, tiene 800 mil hectáreas reforestadas.
Los Matte, Angelini y Masisa tienen en la mira plantar bosques en Colombia. Sin embargo, son empresas de menor tamaño las que han incursionado. Ya lo hizo Maderas Cóndor que comenzó a comprar tierras hace cinco años en el Nordeste de Antioquía (120 kilómetros de Medellín) y tiene alrededor de 22 mil hectáreas de pino, una superficie levemente inferior a lo que cuenta en Chile (30 mil hectáreas). También está Inversiones Santa Rita desde hace dos años y tendría unas 3 mil hectáreas en dicho país.
Mientras el gobierno colombiano continúe ganándole espacio a la guerrilla, la inversión seguirá poniendo fichas en ese territorio. Así ocurrió con el sector de hidrocarburos, así está sucediendo con la minería y pasará con el sector forestal, afirman los analistas. Quizás la lección más importante que se puede sacar de Colombia es que un país puede salir incluso de la peor pesadilla: narcotráfico, guerrilla y estancamiento económico, lo que da cierta esperanza sobre lo que ocurre en otras economías del continente.
EL GOBIERNO COLOMBIANO HA SEÑALADO que hay 17 millones de hectáreas aptas para la reforestación.
EN BRASIL HAY 10 PROYECTOS DE PLANTAS de celulosa anunciada para los próximos ocho años. Uno de ellos es la línea II de la planta Guaíba de CMPC.
MÁS DE US$ 3.400 millones han comprometido las firmas en América Latina desde 2009.
CUANDO se ponga en marcha la planta de celulosa Montes del Plata, Uruguay tendrá una capacidad de producción de 2,3 millones de toneladas al año.

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