La mañana de su partida...
Ordenó bien su planeta
Por: Jean Roch Lebeau, Experto en ordenamiento territorial
Dice Saint Exupery del Principito cuando este decide salir de su asteroide: para el Principito fue fácil ordenar su planeta: solo él vive allí. Pero el reto es más grande para nosotros: ¿cómo ordenamos nuestro planeta?
Como el Principito, uno ordena su cuarto. Con su familia o su pareja, ordena la casa. Y allí empieza la dificultad, ya que todos tenemos gustos distintos. Se debe negociar y conciliar para que cada uno se sienta cómodo en el arreglo que se decide colectivamente. Con sus vecinos, uno ordena su barrio. Cuidando el frente de su casa o los espacios comunes. Y, claro, para lograr eso, existen reglas que nos permiten vivir juntos: dónde parquearnos, qué hacer con la basura, cómo mantener la fachada o las áreas recreativas. ¡Y aún dueños de nuestros terrenos, no podemos hacer lo que queremos encima de ellos! Para aplicar esas normas, la junta del condominio impone multas y sanciones a quien no cumple, las cuales, incluso, pueden llegar hasta quitarnos los servicios básicos. Y cuando ocurren eventos como la erupción del volcán Pacaya, salimos a limpiar las calles junto con los vecinos.
Ordenar el municipio, el departamento, la región, el país o el planeta no es muy diferente. Se trata de respetar reglas colectivas que nos permiten hacer tal cosa u otra. Como no vivimos solos en un desierto o en una isla, nuestros derechos tienen limitaciones: dónde y cómo construir, en qué zonas, cuántos pisos, dónde sembrar, dónde van las áreas verdes que se deben proteger. La junta del condominio en una ciudad se llama Gobierno municipal. Este vela por el interés de todos, tiene en su poder dictar las normas y la posibilidad de sancionarlas. Reglas y conciliación son sus instrumentos y mejorar la calidad de vida de los habitantes su fin último. Y como en el caso del condominio, manejamos nuestras propiedades de acuerdo al uso del suelo que la sociedad ha definido.
Después de Agatha, se evidencia el ordenamiento territorial como una necesidad de nuestra población. Se visualiza como una respuesta para evitar que nuestras casas se derrumben en los barrancos o que se dañen nuestros puentes y nuestras carreteras. Supone decisiones difíciles pero necesarias para reubicar los asentamientos y prohibir las construcciones en zonas de riesgo. El ordenamiento territorial es también una forma de mejorar la ubicación de nuestros comercios, de contar con mejores parques, y de proteger nuestros recursos naturales. ¡Todos ganamos con estar ordenados! Como sociedad, exijamos entonces ese derecho y participemos para que se cumpla en Guatemala el dicho: “¡Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar!”
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