domingo, 27 de junio de 2010

Ya soy empresario. Quiero emplearme (I)

Dedique el tiempo a descansar, a meditar sobre sus prioridades y las razones por las que inició su emprendimiento.


Por: Julio Zelaya jzelaya@fabricadesuenos.net
Leímos para usted: Renato Lechuga.


¿Por qué debería usted leer este artículo? ¿Qué tal si usted ya es empresario, pero simplemente se cansó de serlo? ¿Qué tal que usted lee esto y se siente deprimido por no tener tiempo, dinero o paz? La columna de hoy le retará a hacerse algunas preguntas y orientar al nuevo empresario o al empresario de mucho tiempo. 
Escuché de un famoso predicador que “el mensajero es el mensaje”. Mientras escribo mis columnas, quizá estoy pasando justamente por la dificultad sobre la que escribo. Hoy es el caso. Me he sentido en momentos tan cansado que pienso por un momento cómo sería si simplemente dejara de hacer lo que estoy haciendo y me sentara a meditar. ¿Se ha sentido usted así? Momentos en donde está haciendo lo que más le apasiona, donde sabe que está viviendo su propósito, pero ¿y si hiciera otra cosa? Leyendo al respecto y conversando con uno de mis amigos y mentores pensaba en la importancia de recordarme de lo básico. ¿Por qué hago lo que hago?
Si usted ya es un empresario, seguramente ya ha pasado por las etapas clásicas. Si está pensando en iniciar un negocio, prepárese para vivir las etapas. No se preocupe, son normales. El estar preparado para ellas es la mejor herramienta que puedo trasladarle. Existen cuatro etapas por las que todo empresario pasa: entusiasmo, miedo, fatiga y depresión. 
Cuando inicia el negocio, el entusiasmo impera. Nada es imposible. Las largas horas parecen ser cortas y se olvida de dormir. Todo el enfoque y el esfuerzo yace en el nuevo emprendimiento que va tomando forma y es realidad. Si alguien le pregunta en ese momento sobre sus probabilidades de éxito, contesta “no importa que me cueste lo que me cueste, lo haré”. 
Luego de un tiempo y chocarse con la realidad o al aterrizar las proyecciones que en papel se hicieron al día a día del mercado, la segunda etapa toma su lugar: el miedo. “¿Estaré haciendo lo correcto?” “¿Debí de haberme metido a esto?”
Con el paso del tiempo, el miedo se torna en fatiga. Sus pensamientos pueden volverse un círculo de “ya me cansé de esto”. O quizá pensamientos como “mejor regresaré a emplearme de nuevo”. 
Si esta etapa persiste por un tiempo, usted podría entrar en una depresión. Empieza a dudar de su capacidad, de su futuro y todo panorama parece sombrío. Puede encerrarse a separarse del mundo y dejarse al olvido. 
¿Le ha pasado? A mí en ocasiones me ha pasado y me hacía la pregunta si era el único. Le soy honesto, incluso me daba pena comentarlo a otros empresarios. “¿Cómo voy a dudar de lo que amo hacer?”, pensaba. Leyendo a Michael Gerber, quien ha ayudado a más de 25,000 nuevos negocios, encontré que son las típicas etapas del nuevo o antiguo empresario. 
¿Cuál es la clave? Dedique el tiempo a descansar, a meditar sobre sus prioridades y las razones por las que en realidad inició su emprendimiento. Cada etapa puede revertirse y, en la medida en que recuerda el problema que resuelve con cada cliente o cada persona que ayuda con su emprendimiento, vuelve a llenarse y regresa ese entusiasmo que caracteriza al nuevo emprendedor. (Por cierto, sabía que entusiasmo significa Dios en mí. Por ello recuerde el poder de esas palabras). 
Fig. 1 Muestra a Pequeña Empresaria (Julia Guamuch), terminal zona 4 Cd. de Guatemala. Tomada por Renato Lechuga.
¿Está usted pasando por alguna de esas etapas? Por de pronto, agende tiempo para descansar. Reflexione sobre su propósito, sobre su esencia y sobre la razón que le llevó a iniciar ese reto en primer lugar. Recuerde que las motivaciones son la clave del nuevo negocio. En la columna siguiente veremos sugerencias prácticas para dar nueva energía a ese sueño que Dios confió en usted.
Cierro con un reto al emprendedor o emprendedora que hoy lee y se agrega valor: ¿Qué está haciendo hoy para alcanzar sus sueños?

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