miércoles, 5 de enero de 2011

El Tapiz De La Vida

El Tapiz De La Vida
La Biodiversidad: El "Ecosistema" Que Sustenta La Vida
Leímos Para Usted: Renato Lechuga García
Gestor Y Planificador Territorial Municipal De Guatemala
Hablando de la desaparición de pájaros cantores, especies vegetales e insectos del paisaje de principios de la década de 1960, el escritor Aldoux Huxley dijo: Que Estábamos «Perdiendo La Mitad De Las Cosas Que Dan Contenido A La Poesía».
Huxley acababa de leer un nuevo libro de gran impacto: «Primavera Silenciosa», de la bióloga estadounidense Rachel Carson. Publicado en 1962, el libro obtuvo gran difusión y contribuyó a sensibilizar a la opinión pública sobre el empleo de pesticidas, la contaminación y el medio ambiente en general. La referencia de Huxley a la pérdida cultural no es trivial, sino que capta perfectamente la esencia de la biodiversidad: Un Término Y Un Concepto Que A Menudo Nos Resulta Difícil Explicar.
Biodiversidad es un término que resulta de la unión de otros dos («diversidad» y «biológica») y que engloba toda la variedad de organismos vivos de todas las especies. Al final, la biodiversidad es la naturaleza en todas sus formas.
Un ecosistema es una comunidad de plantas, animales y microorganismos y sus interacciones con el medio ambiente. Desde la fugaz unión estival de una abeja y una flor en una pradera hasta la poderosa y continua interacción del aire, el agua y el suelo, los ecosistemas son el fundamento de la vida en la Tierra.
Cuando las abejas recolectan néctar, también recogen el polen de una flor y lo depositan en otras, y de este modo se produce la polinización. Nacen así nuevas flores que interaccionan con el aire por arriba y con la tierra y el agua por abajo. Pongamos los árboles como ejemplo. Sus hojas limpian el aire y sus raíces purifican el agua extrayendo los nutrientes. Las raíces también fijan y nutren el suelo, incluso cuando mueren. Cuando se eliminan los árboles de un ecosistema, el aire, el agua y el suelo pronto pierden calidad. Cuando se plantan árboles, incluso en una ciudad, su efecto es positivo, ya que refrescan y mejoran la calidad del aire.
Todos somos parte de este «sistema», pero a menudo lo olvidamos. Desde que nuestros antepasados comenzaron a explotar las abejas, las flores y las praderas para obtener alimentos a través de lo que actualmente denominamos agricultura, hemos ido modelando y modificando la biodiversidad. Las especies y plantas cultivadas se convirtieron en productos cuyo valor intrínseco era monetario. De la agricultura pasamos a la industrialización y donde quiera que vayamos, la naturaleza tiene que seguirnos, por muy reacia que sea.
Ya hemos cerrado el círculo: al industrializar nuestra vida, incluida la agricultura, hemos industrializado la naturaleza. Criamos insectos, animales y plantas para el mercado, eligiendo las características que convienen a nuestras necesidades. La diversidad biológica está amenazada tanto a gran escala como a nivel molecular.
La naturaleza se percibe a menudo como un lujo: conservar las especies puede ser muy aconsejable, y perderlas podría ser trágico, pero en última instancia parece un precio que vale la pena pagar si nos permite a las personas proteger nuestros puestos de trabajo y ganar más dinero.
La realidad, por supuesto, es muy diferente. Consideremos las abejas.
Las especies de abejas silvestres ya se han extinguido en muchas partes de Europa. Las poblaciones de abejas que han sobrevivido suelen ser nuevas variedades que se han asilvestrado. Sus poblaciones están siendo devastadas por todo el planeta. Las abejas tienen serios problemas que van desde los pesticidas hasta los ácaros y desde las enfermedades hasta una composición genética debilitada. Según un estudio de la Asociación de Apicultores Británicos (BBKA), el número de abejas melíferas se redujo un 30 % durante el invierno de 2007-2008. Este porcentaje representa la pérdida de más de 2.000 millones de abejas, con un coste económico que asciende a 54 millones de libras esterlinas.
La cuestión —como demuestran éste y otros ejemplos— es que la pérdida de biodiversidad no facilita el desarrollo económico: lo frena.

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