La Mafia Política De Guatemala Colapsó
Por: Manuel R. Villacorta O. manuelvillacorta@yahoo.com
Leímos Para Usted: La Ceiba
Nuestro pueblo está viviendo en un estado de desesperanza total. Nunca antes habíamos llegado a estos extremos. La pobreza está carcomiendo los cimientos de todas las familias, los pobres ahora son extremadamente pobres, la clase media desaparece aceleradamente, mientras los que más tienen, si pueden, abandonan el país. Demoledor, frustrante y triste pero cierto: Más Del 80% De Nuestros Jóvenes Expresan Que Se Irían De Guatemala De Inmediato Si Pudiesen. Los Abuelos No Encuentran Paz En Su Interior, Saben Que Heredan A Sus Hijos Y Nietos Un País Degenerado, Injusto E Incierto. Los padres jóvenes se sienten agobiados en medio de una despiadada lucha por la sobrevivencia, en donde llevar los satisfactores mínimos al hogar se ha convertido en una proeza.
Guatemala vive la peor época de toda su historia. Pero ¿quiénes son los responsables? Hay algunos que parcialmente tienen razón cuando expresan que cada pueblo tiene el gobierno que merece. Pero olvidan que este sistema político perverso encontró una salida perfecta para su preservación: elecciones cada cuatro años, un rito cerrado entre los políticos mafiosos de siempre que se cambian de partido o fundan nuevos, pero que, como la mala hierba, siempre brotan y se reproducen. Y entonces gritan con cinismo a los cuatro vientos: el pueblo nos eligió, la Constitución nos ampara, corre y va de nuevo, a saquear al Estado, cuatro años de corrupción casada con la inmunidad/impunidad.
Pero este aberrante sistema no podía perdurar para siempre. La clase politiquera de Guatemala terminó degenerando ese mismo escenario corrupto en donde monta cíclicamente la más perversa de sus obras: un viciado proceso electoral. ¿Quién cree ahora en ese proceso electoral? Dieciséis candidatos a la presidencia y aún faltan más. Jaurías de candidatos a diputados que afilan colmillos para apropiarse de los fondos públicos. Carreteras destruidas, escuelas sin techo ni pupitres, hospitales sin camas ni medicamentos, policías hambrientos y mal pagados. Pero aunque usted no lo crea, los futuros presupuestos del Estado ya están repartidos, ya tienen propietarios, ya están asignados. ¿A favor de quiénes cree usted? Como en la Bolsa de Valores, acá también se cotiza la corrupción a futuro. Pero ¿lograrán estos nefastos intereses sus objetivos? No lo creo, porque como expresé al inicio, este aberrante sistema no podía durar para siempre.
En medio de la grave crisis que vivimos, el rechazo social a estos politiqueros es un buen punto de partida. Estamos comprendiendo y aceptando el valor de la política en nuestras propias vidas. Retomemos con energía nuestras responsabilidades cívicas, organicémonos, manifestémonos y decidamos por nosotros mismos. La escoria política debe ser extirpada de nuestras instituciones de una vez y para siempre.
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