lunes, 3 de octubre de 2011

La Niñez Guatemalteca Hereda Las Deficiencias Históricas Del País


Víctima En El Presente Del Abandono Histórico Estatal, La Niñez Guatemalteca Está Condenada A Un Futuro Poco Prometedor Para Su Desarrollo Integral. Contar El Estado Con Finanzas Robustas Es Una De Las Principales Soluciones.
Nuestra Niñez.
La Ceiba-Renato Lechuga.
Por: HENRY MORALES ARANA | DCA |
Las ciencias naturales dicen que el ser humano nace, crece, se reproduce y muere. Poco explican estos pasos lo que sucede entre nacer y morir, pero, para hablar sobre el abandono al que el Estado ha relegado a los niños, hay que empezar incluso antes de su nacimiento mismo.
La débil atención prenatal que ha dado en el sector público a las madres en el país, a través de los años, principalmente en las áreas rurales, ha dado como resultado negativo la muerte de mujeres durante el parto por malas condiciones de salud o por falta de acceso a los servicios adecuados para un parto.
Diversas acciones se han emprendido para disminuir estos casos, como la introducción del programa Mi Familia Progresa, el cual funciona en varios municipios y tiene como objetivo que las madres acudan a controles médicos para prevenir más muertes.
Cuando un niño nace en Guatemala debe superar las condiciones de mortalidad infantil. En cifras actuales, en el país, por cada 1,000 niños nacidos vivos, la tasa de muerte de infantes ronda por 34, apenas 45 menos que hace 24 años, cuando la estadística era de 79.
De la mano de esta realidad, la niñez guatemalteca debe enfrentar otro crudo escenario: La Desnutrición. Uno de cada dos niños menores de cinco años padece desnutrición crónica, dato que nos identifica en todo el mundo y ubica entre los primeros países del orbe con este problema.
Cuando los niños crecen se incorporan al sistema educativo nacional. La aplicación de la gratuidad en la educación durante la actual administración gubernamental incrementó la cobertura en el nivel primario, elevándola a un 
95 %. Sin embargo, la deserción escolar hace que, al subir de grados, la permanencia en la formación básica descienda a un 37 %; y en especialización diversificada, un 20 %.
Para fortalecer la salud, la educación y la lucha contra la desnutrición, tres pilares básicos en el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, no se puede dejar de discutir sobre la necesidad de contar con un Estado Más Fuerte, Que Cuente Con Los Suficientes Recursos, Atienda Integralmente A La Población Y Vaya Reduciendo Las Estadísticas Negativas Que Caracterizan Al País.
Adriano González-Regueral, representante en Guatemala del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), señala que, a la par de un Estado que funcione para satisfacer las necesidades de la comunidad, debe existir una sociedad que se involucre en el progreso de sus niños.
Sin embargo, en la actualidad ha sucedido todo lo contrario. Los esfuerzos estatales implementados recientemente han competido con las múltiples deficiencias históricas que evitan que las instituciones públicas se den abasto para atender todas las demandas sociales, que crecen cada año, sin que los guatemaltecos lleguen a acuerdos para ampliar el financiamiento que permita solucionar estas necesidades. De continuar los contribuyentes reacios a aportar más, explica González-Regueral, la situación seguirá mal.
Otro de los aspectos fundamentales para atender a la niñez desde una perspectiva global es el cumplimiento de las diferentes aristas del marco legal con el que cuenta Guatemala para proteger a los menores, como la Convención de los Derechos del Niño, que fue ratificada por el país en 1990, la Ley de Protección Integral de la Niñez, la Política Pública Nacional y el Plan de Acción, que contienen los lineamientos y recomendaciones para el cuidado de los menores.
A través de la historia del país, el poco interés por parte del Estado, y de la nación en su conjunto, para cumplir sus obligaciones de proteger a sus niños evidencia las bases de desigualdad en las que está asentada la sociedad guatemalteca, menciona Amílcar Ordóñez, director general de Save the Children Guatemala.
La concentración de la riqueza por parte de un grupo minoritario del país, frente a una gran mayoría viviendo en pobreza, crea una estructura desigual entre la población que frena el desarrollo de la niñez, señala Ordóñez, quien considera que es el momento de reflexionar y actuar como sociedad.
Los niños también deben desafiar la discriminación y el racismo, en el que las niñas indígenas del área rural de llevan la peor parte, puesto que son discriminadas por su posición de niñas y de mujeres, por sus situación económica y origen étnico, algo que les reduce las oportunidades de desarrollar su potencial.
Otros flagelos que arrastra la niñez son los temas de maltrato infantil, violencia sexual y trata de personas. Nidia Aguilar, defensora de la Niñez de la Procuraduría de los Derechos Humanos, indica que en el seno familiar se debe proteger a los niños de estas formas de agresión y que, de no hacerlo, se repetirá el círculo de violencia que afronta Guatemala.
La decisión sobre qué país los guatemaltecos heredan a su niñez recae en la misma población. Las acciones del pasado que debilitaron el Estado se viven hoy y dañan el desarrollo de los niños. Por este motivo, las actitudes que se adopten en la actualidad repercutirán en el futuro de los más pequeños de la nación.
EL ETERNO LEGADO DE LA DISCRIMINACIÓN Y EL RACISMO
Mientras muchos niños no indígenas absorben de sus padres los patrones de discriminar y ser racistas, la niñez indígena sufre las consecuencias de esta herencia. Los espacios más tangibles para medir estos niveles en el país radican en el sector educativo.
Rosa María Tacán, comisionada presidencial contra la Discriminación y el Racismo contra los Pueblos Indígenas de Guatemala (Codisra), señala que la institución conoce el caso de una niña indígena a la que se le restringió el ingreso a la banda escolar de un establecimiento educativo porque se negó a quitarse el traje regional y utilizar un uniforme. Además, en actividades recreativas los profesores la aislaban en un aula por su origen étnico.
Asimismo, menciona el caso de un menor indígena con discapacidad auditiva a quien le fue negado el acceso a un establecimiento de educación primaria por pertenecer a un pueblo originario y por su impedimento físico. Tacán agrega que la niñez indígena padece de los prejuicios raciales y estereotipos que marcan a la sociedad guatemalteca, que también se materializan en la atención en servicios de salud y acceso a la Justicia. La discriminación está tipificada en el Código Penal guatemalteco y es sancionada con prisión de uno a tres años de prisión y multa de 500 a 3,000 quetzales. La pena se agrava en una tercera parte cuando el delito sea por razón idiomática, cultural o étnica.

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