viernes, 14 de octubre de 2011

Tercos Bajo La Lluvia


Los guatemaltecos sabemos qué se necesita hacer para reducir la vulnerabilidad pero preferimos soslayarlo.
Por: Juan Luis Font
Leímos Para Usted: La Ceiba
Empresa Gestora Y Planificadora Territorial.
Si uno revisa la lista de municipios más afectados por las lluvias de los últimos días y la compara con aquellos que sufrieron más a causa de la tormenta Agatha, se dará cuenta de las coincidencias. El huracán Mitch en 1998, Stan en 2005, la tormenta 16 de 2008, Agatha de 2010 y la tormenta 12E de 2011, provocaron muerte y daños en lugares habitualmente vulnerables.
Izabal - Mitch 1998.
Hay cinco regiones del país donde suelen concentrarse los estragos del exceso de lluvias.

1.  La región metropolitana, en especial los asentamientos en laderas de barrancos alrededor de la ciudad de Guatemala, que proveen cada año de buena parte de los muertos a causa de derrumbes.
2.  El Altiplano occidental, sobre todo la ciudad de Quetzaltenango, Almolonga y Zunil, y la cuenca del lago de Atitlán, Totonicapán y Huehuetenango.
3.  La cuenca entera del río Motagua, cuyas riveras se encuentran pobladas por una miríada de pequeñas aldeas desde Campos Nuevos hasta su desembocadura en el Caribe.
4.  La costa del Pacífico entera, por donde desaguan las lluvias que surten las cuencas altas de ríos como el Samalá, el Nahualate, el Ocosito, el Sis, el Paz y Los Esclavos.
5.  El Canal de Chiquimulilla completo es cada año zona de inundación.

No hay mayor ciencia en estos datos. Es solo cosa de revisar lo que ocurre durante la temporada de lluvias. Por eso resulta impensable que no seamos capaces como sociedad de prepararnos para afrontar lo que es muy previsible en tiempo y en espacio.
El Estado, por medio de su Secretaría General de Planificación, ha contemplado el fenómeno y ha ofrecido respuestas técnicas para afrontar el riesgo. Después de la tormenta Agatha, se diseñó un plan de reconstrucción que incluía los pasos para transformar las regiones más vulnerables hacia unas zonas más seguras.
Ya no se trata solo de mantener sistemas de alerta temprana en los ríos. Estos sistemas permiten avisar a los pobladores de la parte baja de la cuenca cuándo se prevé una crecida de las aguas. Con los efectos del cambio climático, las regiones afectadas con mayores índices de lluvia cada año requieren de un trabajo de prevención mucho más completo. Reforestación real y efectiva en las cuencas de al menos ocho ríos que suelen salirse de cauce, construcciones de presas contenedoras de piedra en los ríos volcánicos (como el Nimá I y II, afluentes del Samalá, que arrastran toneladas de roca desde el Santiaguito hasta el puente Carlos Castillo Armas, por ejemplo). Ordenamiento territorial para procurar el desalojo de las áreas más riesgosas. Regulación en la calidad de construcción. Todo esto requiere la orientación de recursos y esfuerzos públicos. Imponer regulación y establecer reglamentos para construir en entornos seguros.
Sin embargo, las autoridades políticas del país, alcaldes, gobernadores, ministros, diputados, el propio Presidente y Vicepresidente, no han priorizado la asignación de fondos para este plan. El Congreso tampoco ha entrado a conocer iniciativas relevantes para mitigar y reducir las vulnerabilidades.
Si el país no se organiza para afrontar los riesgos que padece, si no administra con precisión sus escasos recursos financieros y sus abundantes recursos humanos, será inevitable que se viva una tragedia tras otra.
Sé que esto que digo suena a perorata, pero el liderazgo nacional parece totalmente divorciado de estas necesidades. Cuando los partidos priorizan la llegada al Congreso de personas con intereses comerciales de por medio (con contratos con el Estado) y sin la formación y la convicción suficientes para atender estas necesidades fundamentales, resulta obvio que la prioridad no es proteger a la sociedad sino hacerse ricos.

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