lunes, 12 de marzo de 2012

"La pobreza es culpa de la ideología y la ignorancia". Esther Duflo


Esther Duflo:
"La pobreza es culpa de la ideología y la ignorancia".
Le saca los colores a las políticas antipobreza de gobiernos y ONG con 'Repensar la pobreza' un catálogo de soluciones efectivas. Esta joven profesora nos devuelve la esperanza de un mundo mejor.
Leímos para usted:
La Ceiba, Consultora en Gestión y Planificación
De desarrollo Territorial.
Aún no ha cumplido los 40 y la francesa Esther Duflo ya puede colgarse la medalla John Bates Clark (considerada una de las antesalas del Nobel) o presumir de estar entre las 100 personas más influyentes según la revista Time. Profesora de Alivio de la Pobreza y Economía del Desarrollo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el famoso MIT), ha trabajado durante más de 15 años en países como Chile, India, Kenia e Indonesia para comprobar cómo funciona la economía de los pobres. El resultado es 'Repensar la pobreza' (Ed. Taurus), un libro escrito junto al profesor Abhijt V. Banerjee que Revoluciona Las Ideas Preconcebidas Que Sustentan Las Políticas Antipobreza De ONG Y Gobiernos¿Cómo? Aplicando la metodología que las farmacéuticas vienen usando hace décadas: grupos de control y de tratamiento, en más de 250 proyectos que su oficina coordina en todo el mundo. A las críticas –tratar a las personas como cobayas o aportar soluciones poco generalizables– responde con resultados: "Los cambios pequeños pueden tener efectos grandes. Es posible que los parásitos intestinales sean el último tema de conversación en una reunión de alto nivel, pero los niños de Kenia que recibieron tratamiento durante dos años en lugar de uno (a un coste de 1,36 dólares por niño y año) ganaron un 20% más al año de adultos, lo que significa 3.269 dólares a lo largo de su vida". Combatir la pobreza es su caballo de batalla y la tarea a la que ha encomendado su vida. "Mi madre era pediatra y colaboraba con una organización que ayudaba a niños víctimas de la guerra. Ella se aseguró de que nos diéramos cuenta de que no todo el mundo era tan afortunado como nosotros: veíamos películas, leíamos libros, participábamos en pequeñas acciones de ayuda... Siempre tuve la sensación de que la pobreza era un problema que no podía ignorar. Cuando me matriculé en la facultad y descubrí la Economía, descubrí también que podía darle sentido a mi vida dedicando mi carrera a resolverlo".
Mujer hoy. ¿Cuáles son las trampas de la pobreza?
Esther Duflo. Para los pobres, sacar el máximo provecho de su capacidad y asegurar el futuro de su familia exige muchas más habilidades, voluntad y compromiso. En cambio, los pequeños costes y barreras en los que nosotros casi ni pensamos se ciernen sobre sus vidas. No es fácil escapar de la pobreza, pero es posible con un poco de ayuda bien dirigida: un poco de información, un pequeño empujón. Las expectativas fuera de lugar, la falta de confianza y otros obstáculos aparentemente menores pueden tener efectos catastróficos.
¿Qué estamos haciendo mal con respecto al hambre?
Lo que necesitan los pobres no es cereal barato, sino alimentos enriquecidos. Es necesario incorporar nutrientes adicionales. Nuevas cepas de cultivos nutritivos y sabrosos, como las patatas dulces ricas en betacaroteno que se han introducido en Uganda y Mozambique. O generalizar la sal enriquecida con yodo y hierro, que ya se prueba en la India.
También fallan las políticas de prevención de enfermedades fáciles de evitar pero mortales, como la malaria. ¿Por qué?
Le contesto con una pregunta, ¿por qué los pobres no usan los servicios de prevención como mosquiteras contra la picadura de los mosquitos de la malaria, el cloro para depurar el agua o las vacunas? Por las mismas razones que nosotros ingerimos grasas trans o no hacemos ejercicio: falta de información, pensamiento débil, tendencia a dejar las cosas para más tarde. Nuestro sistema nos protege de una forma u otra, pero a ellos no. De ahí la necesidad de los incentivos, como ofrecer a las madres un kilo de dhal [un tipo de legumbre] cada vez que recorren la distancia que les separa de los servicios públicos de salud para cumplir con una vacuna. El pensamiento oficial rechaza estas medidas por paternalistas: las tacha de 'sobornos'. Pero, ¿acaso no es nuestro sistema paternalista? Necesitamos diseñar pequeños 'empujones' adecuados a cada contexto para que los pobres tomen las decisiones adecuadas.
En su opinión, ¿qué se puede hacer para extender la efectividad de los programas de educación?
En Madagascar, un programa informó a los padres sobre los ingresos adicionales que niños de contextos similares al suyo podrían obtener por solo un año de estudios adicional. Esto tuvo un efecto positivo importante en las notas de los exámenes y entre los padres, que descubrieron que habían infravalorado los beneficios de la educación. Resultados similares se obtuvieron entre los estudiantes de bachillerato de República Dominicana. Otro ejemplo: Un programa desarrollado en Kenia ofreció becas de 20 dólares para el año siguiente a las niñas cuyas notas estuvieran entre las más altas. Esta medida no solo consiguió que lo hicieran mejor, sino que impulsó a los profesores a trabajar más para ayudarlas.
Su trabajo, lejos de teorizar, se centra en el desarrollo experimental de políticas muy específicas y estrategias creadas para solventar problemas muy concretos. Debe de haber chocado con la práctica general de las instituciones, donde las grandes ideas mandan. ¿Alguna vez se ha sentido incomprendida o malinterpretada?
Malinterpretada quizá sea una palabra demasiado fuerte. ¡Y tampoco pretendo ser la única voz que clama en el desierto! Pero es cierto que existe un pequeño problema de escala en el espacio político: como la pobreza es un gran problema, necesitamos grandes soluciones. Hace unas semanas, en un debate de tele, alguien me dijo que mi libro era una guía muy útil para ONG, pero no para los gobiernos. El comentario me intrigó y le pregunté si realmente pensaba que la educación o las políticas para la salud no debían constar en la agenda gubernamental. Pero, claramente, lo que ellos tenían en mente era que la única vía para resolver el problema de la pobreza era la vía de China. En otras palabras: la solución a la pobreza pasa por un rápido crecimiento económico. Estoy a favor de esa idea, pero aún no hemos desentrañado el código que explica el fenómeno chino o si la fórmula puede ser replicada en otro lugar. Es necesario poner en marcha toda una red de políticas. Mi interlocutor tenía una palabra mágica en la cabeza: 'mercado' o 'capitalismo'. Pero no le interesaba cómo esos conceptos debían ser desarrollados.
¿Cree que nos hemos vuelto insensibles a la pobreza?
No, no creo que la gente se haya insensibilizado. Normalmente nuestro primer instinto es ser generosos. Lo que sucede es que, quizá, nos desanimamos por la magnitud del problema. Simplemente, el objetivo de erradicar la pobreza nos parece inalcanzable. Así que abandonamos. Por eso, un acercamiento más gradual puede ayudarnos a infundir nuevo vigor a la tarea, a reactivar la energía. Seguramente no podremos convertir a los pobres en ricos, pero sí enviar a sus hijos a buenas escuelas y sacarles de la pobreza. Eso debería estar dentro de nuestras posibilidades.
¿Por qué no funcionan nuestras políticas antipobreza?
En el libro hablamos de las tres 'íes': ideología, ignorancia e inercia. En nuestra urgencia por lanzar programas de ayuda, olvidamos comprobar si realmente solucionan y si los problemas realmente existen. Gastamos mucho en proveer de comida barata a los pobres bajo la creencia de que se mueren de hambre. Sin embargo, los datos demuestran que, excepto en las hambrunas, ellos tienen otras prioridades, con lo que el dinero que se ahorran en comida se lo gastan en ropa, alimentos ricos en grasas, tabaco... Sería mucho mejor proveerles de comida con más calidad, asegurándonos de que contiene los nutrientes que les hacen falta, como hierro o vitaminas.
De alguna manera, creemos en el determinismo de la pobreza...
Pero eso no es correcto ni justo. La pobreza pone sus trampas, mecanismos que hacen que persista generación tras generación. Por ejemplo: Si Eres Pobre, No Puedes Conseguir Un Crédito Para Comenzar Un Negocio. Resultado: Sigues Pobre. Pero la verdad es que no existe la fatalidad. Solo debemos encontrar las palancas adecuadas para liberar a los pobres de estas trampas
¿Por qué es mejor invertir en mujeres embarazadas y niños? 
Tenemos muchos datos que demuestran que nuestra vida está fuertemente determinada por cómo vivimos la infancia e, incluso, los meses anteriores a nuestro nacimiento. La nutrición de la madre tiene un impacto enorme en el desarrollo del bebé. Aquellos niños tanzanos cuyas madres recibieron suplementos de yodo lo hicieron mejor en la escuela que los que no pudieron acceder a él. Con una pequeñísima inversión en la nutrición de la madre, influimos en toda la futura vida de un niño. ¡La ganancia es enorme! Del mismo modo, prevenir las enfermedades durante los dos primeros años de vida y cuidar del desarrollo cognitivo y social del niño no solo afecta a los resultados escolares, sino al comportamiento adulto.
Leyendo su libro, advertí cómo esperamos que los pobres eviten comportamientos que nosotros mismos no podemos evitar, como no comer grasas saturadas, fumar, beber... ¿Les estamos pidiendo demasiado?
Sí, a menudo somos injustos con los ellos. Desde la comodidad de nuestras casas con agua caliente y calefacción, nos preguntamos por qué se calientan con carbón que hace daño a sus hijos o por qué no hierve el agua antes de beberla. El discurso oficial insiste en la responsabilidad individual y en el peligro de imponer cualquier política sin el convencimiento previo de los receptores. Es injusto: ni siquiera nosotros aplicamos esta norma.
Muchos pueden llegar a pensar, tal vez como excusa para no implicarse en el problema, que los pobres no tienen iniciativa o son perezosos, ¿es la clase de discurso que se utiliza para no hacer nada?
Ese tipo de razonamientos son habituales en el debate político estadounidense, casi siempre en boca de los republicanos más conservadores. Pero creo que tienen que ver con lo difícil que es ser pobre en un país rico. Nuestra percepción de los pobres de los países pobres es distinta, pero no creo que nadie admita abiertamente que piense que son vagos. Algunos pensarán que por la falta de comida son débiles o están limitados; lo que son víctimas de un sistema corrupto; o que tienen una gran iniciativa que solo debe ser estimulada y apoyada. Todas estas visiones tienen algo de verdad, pero todas están incompletas.

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