martes, 19 de abril de 2011

País De Asesinos


País De Asesinos
Censuremos a los que quieren solucionar todo con balas.
Leímos para usted: Renato Lechuga García
Por: Martín Rodríguez Pellecer
En Sudán somos un país de buenas personas. El problema son unas veinte personas malas que provocan la guerra y la muerte”. La explicación de una Ministra en una conferencia en la que compartimos mesa el año pasado no me convenció para comprender por qué ese país africano había vivido toda su historia en guerras internas y genocidios. Y me recordó a Guatemala.
Todos nos quejamos de la violencia y las quince muertes diarias y seis mil anuales. Somos Un País De Asesinados Y Tristezas Y De Rupturas De La Vida. Y no nos explicamos cómo llegamos a esto si los guatemaltecos somos tan buenas personas, morales y religiosas. Quizá sea porque también somos un país de asesinos y de asesinos potenciales que creen que cualquier problema se tiene que solucionar con una pistola o con un sicario.
A una amiga ecuatoriana le dieron como recomendación principal cuando vino a trabajar a Centroamérica (en Honduras, El Salvador y Guatemala), que ella y su familia evitaran en la calle ver a los ojos a nadie porque podía ser considerado una afrenta y acabar con una balacera.  Cuando lo escuché, hice mueca de despistado y seguí con la conversación. Pero es cierto. En Ciudad de Guatemala y las áreas ladinas más vaqueras del país ya es algo natural evitar a ver a los ojos a nadie en la calle. Antes era por falta de autoestima y ahora es por miedo a toparse con los ojos de un potencial asesino
Manejar automóvil en esta ciudad no puede ser más tenso. No solo por evitar choques en una comunidad de irresponsables al volante, sino porque tenemos que censurarnos a nosotros mismos a la hora de bocinar, hacer cambio de luces o pedirle al conductor que se modere cuando quiera acelerar o cambiarse de carril.
En países como Perú es ilegal polarizar los vidrios y uno precisa un permiso especial. Aquí creemos que nos protegemos pero ya todos tenemos los vidrios polarizados y eso nos hace menos seguros porque protege a los asesinos. Es como la portación de armas. Aquí es tan sacrosanta que cualquier imbécil puede tener un arma y la capacidad de decidir sobre la vida. Y muchos defienden que eso nos hace estar más seguros. 
El problema de permitir y alentar que todos estén armados es que los convierte en potenciales asesinos. Si uno lee testimonios de asesinos se da cuenta que muchos de los que terminaron con vidas reconocen que no lo hubieran hecho si no hubieran tenido un arma en el cinto. Tener la potestad de decidir sobre la vida de un ser humano nos deshumaniza. Y por eso es que los asesinatos no se dan en defensa personal en la gran mayoría de casos. Tampoco por conflictos que no tienen solución. Se mata o amenaza con matar por problemas sentimentales, laborales, económicos, una mala cara o tráfico vehicular, como aquella vez en la Reforma en la que discutieron un motorista y un piloto de bus escolar.
Julián Méndez Fotografía Rodrigo Arias/Reuters http://info.elcorreo.com/suplemento-v/mirada-al-dia/?tag=policia
Es una herencia de la cultura de la muerte de la guerra civil; de la desigualdad, la exclusión y la frustración que genera; y la cultura de desprecio por la vida y aprecio por el poder del narcotráfico. Y no va a disminuir esta cantidad de asesinatos solo con los casos paradigmáticos de la CICIG o con mejorar las deficiencias del MP o con reformar la PNC y que Gobernación empiece a desmantelar bandas criminales. Menos aún con políticas de mano dura como las que se ensayaron durante el gobierno de Berger, en parte en el de Colom, o como propone Pérez Molina. O como se aplica en Honduras y El Salvador. Evidencia, no ideología.
No. Disminuirán cuando inyectemos cultura de vida desde los microespacios (gobiernos locales, medios), cuando censuremos que haya venta de armas y la gente las muestre en la calle, cuando sepamos que los conflictos no se solucionan a trancazos o a balazos sino por medio de las palabras, las acciones, las negociaciones. Y en eso tenemos responsabilidad todos. Tal vez nos ayudaría para orientar los debates que vienen en estos seis meses. Y nos permitiría cambiar estrategias contra la violencia y que nos rasguemos las vestiduras de ser un país de buenos en los que solo un par son los malos que producen tanta violencia. www.MartinRodriguezPellecer.com
http://www.elperiodico.com.gt/es/20110419/opinion/194373/

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