domingo, 11 de diciembre de 2011

¿Confusión o hipocresía: Los programas sociales?


¿Confusión o hipocresía: Los programas sociales?
Por: Edilberto Torres Rivas
Leímos para usted: La Ceiba
Gestión y Planificación Municipal para Guatemala.
La confusión llegó de la mano de la poderosa y atractiva ideología neoliberal, con su énfasis en la importancia del ciudadano, su libertad, sus intereses personales. ¿Quién puede estar en desacuerdo con los principios básicos del liberalismo político? Es su derivación económica y el conjunto de razonamientos ideológicos a favor del mercado como guía de la autorregulación de la vida social lo que ha generado sus dudas y rechazo. Confundió los programas sociales con “la política social”. Aquellos son transitorios, de corto plazo, como medidas de emergencia; esta es un patrón de desarrollo de largo plazo.
El modelo histórico de “la política social” en su configuración moderna se apoyó siempre en la idea de crear una nueva sociedad, una sociedad más igualitaria y por ello, más justa y democrática. Esta propuesta de renovación de la sociedad radica en el trabajo como eje de la inclusión social y del acceso a la ciudadanía. Una “cultura del trabajo” representada por un ciudadano activo era o es el ideal porque se relaciona con la productividad (educación), con el salario (fundamento de la autonomía personal) y con la protección social (para el trabajador y su familia a lo largo de su vida). No es el seguro personal sino la seguridad social (la idea con la que se fundó el IGSS).
La dinámica de la productividad del trabajo y el buen salario (como se buscó en el ideario de 1945/54) solo pueden asegurarse a través del acceso universal a la educación. Eso ya lo decía en los años 50 Juan José Arévalo. La educación como transmisión de conocimientos para la vida útil y para fomentar una identidad como parte de una pertenencia social. El ideal de la política social no fue estrictamente económico sino también político. El que trabaja forma parte de un conjunto social en expansión, y tiene confianza en que sus hijos vivirán mejor que él, así como él vive mejor que sus padres.
La política social en tanto es un gran proyecto unitariono los programas sociales, solitarios– forma parte de una política nacional, no aislada de otras finalidades que tienen en el Estado el eje y la garantía del desarrollo. El Estado como promotor del progreso y como instrumento redistribuidor del ingreso y de la riqueza. La política social que promueve el desarrollo representado por el verdadero ciudadano igualitario (no solo igual ante la ley) tiene una base fiscal. La política social sin política fiscal no puede cobrar existencia. Estos supuestos se cumplieron y explican el extraordinario éxito del desarrollo de casi todos los países europeos, en la postguerra. Fueron Estados solventes, fuertes, con ciudadanos que tributan, con una profunda política social, solidarios y democráticos, Claro que no hay que exagerar, siempre ha habido y hay desigualdades, Estados con rasgos autoritarios, corrupción en el gasto, etcétera. Pero estamos presentando solamente en líneas generales las diferencias entre programas sociales, que son muy específicos, pasajeros, respuestas puntuales, y “la política social” que es la que busca cambiar la sociedad, hacerla menos injusta, como dijo Lula repetidas veces.
Señora Sandra Torres, en un acto del programa Cohesión Social de entrega de la Bolsa Solidaria.
En la prédica neoliberal ha cobrado fuerza la visión de que para evitar el papel asistencial del Estado, solo se le debe considerar como la institución que ayuda a que tú mismo te ayudes. Esa es la estrategia ideológica, no dar sino fomentar la vergüenza de no pedir y para ello se han valido de un retruécano conservador, que ha confundido a numerosos analistas: “no dar el pescado sino enseñar a pescar”. Esta frase breve y sentenciosa oculta varias cosas graves.
En primer lugar, supone que se le va a enseñar a pescar, que hay un amplio mercado de enseñanza para que todos participen. ¿Quién da las clases? ¿El Estado o el sector privado? En Guatemala, la educación está en bancarrota y cabe la duda si todos podrán aprender (aquí, la educación no es universal), si la enseñanza solo será como hasta ahora un lugar donde se reproducen las desigualdades.
En segundo lugar, ¿quién es el dueño del río? ¿Hay libre acceso al mercado de la pesca? A lo mejor habría que pagar.
En tercer lugar, y aún más grave, es que se traslada la responsabilidad de la pobreza al individuo pobre porque no quiere pescar o no puede hacerlo. O tarda mucho en aprender. Y se dice entonces lo que ahora es una vil calumnia oligárquica: que “hay pobres porque quieren serlo”.
Cuando se dice que es pobre porque no quiere trabajar, se traslada al pobre la responsabilidad moral de su pobreza. Dicho tan sentenciosamente, como el proléptico juego de la autonomía personal, aprender a pescar es una inversión de lo moral, que el sujeto realiza para no depender de la caridad estatal, ¡que no le regalen el pescado! El sujeto tiene que invertir capital l para obtener un valor agregado, y tener independencia personal de los programas sociales. Las cosas se invierten, esos programas deben desaparecer, dicen los neoliberales, para que el ciudadano no dependa del Estado, sino este de aquel, y que cuando pesque y pesque mucho, le pague algunos impuestos. Y así todos viviremos en un mundo feliz.
Hay una última consideración, la importancia de la capacitación individual, potenciar las habilidades personales y producir sujetos con esa cualidad, que el adjetivo (mal traducido) puso de moda: elempoderamiento. Es importantísima la educación como capacitación, es aún más decisivo, el fomento de la autoestima en las personas. ¿Cómo estar en desacuerdo con eso? En las condiciones de Guatemala se habla del empoderamiento como una virtud mágica que se tiene por el solo hecho de anunciarla. ¿Cómo se empoderan los campesinos del Polochic? En la tradición clásica, los pobres se “hacen fuertes socialmente”, tienen influencia poder porque se reúnen; porque acceden a una condición necesaria, ¡organizarse! ¡Demandar, exigir! Tener poder o acceder a su uso no es un problema individual sino grupal. Los campesinos del Polochic se empoderaron y los mataron. Estaban tratando de pescar con sus propias manos.
Fuente: http://www.elperiodico.com.gt/es/20111211//204928

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