lunes, 5 de diciembre de 2011

Para tener seguridad alimentaria es urgente frenar la desertificación


Para tener seguridad alimentaria es urgente frenar la desertificación
Experto francés Antoine Cornet
El especialista insiste que para tener volumen y regularidad de alimentos es clave aplicar el acelerador para detener y revertir la actual degradación de los suelos. En Chile, sólo el 2,4% del territorio no tiene algún nivel de desertificación, según mapa realizado por Conaf. 
Por: Martina Salvo de o. 
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Cambio climático y aumento de la población parecen haberse unido para poner en riesgo, entre otras cosas, la producción de alimentos del planeta. Pero en la carrera por la seguridad alimentaria adquiere fuerza un tercer jugador al que, hasta ahora, pocos le parecen prestar la atención que requiere: la desertificación o degradación de la tierra. Justo cuando el mundo necesita que el suelo le entregue más alimento y sea un sostén para proteger especies y poblaciones, éste va perdiendo cada vez más sus condiciones. De hecho, según la FAO el 25% de la tierra cultivable del planeta está altamente degrada; es decir, ha perdido su capacidad de entregar todo su potencial productivo. En Chile el problema es más que grave: más del 76% del país, desde Arica a Punta Arenas, tiene desertificación en niveles moderado y grave y sólo el 2,4% del país no estaría afectado por el problema, de acuerdo con un estudio realizado por Conaf.
 "La degradación de las tierras, secas, semiáridas y subhúmedas es un problema muy importante, porque afecta al 20 o 25% de las tierras cultivables del globo. Esto es muy grave, porque esas tierras al tener menor capacidad productiva, ya sea biológica o económica, también afectan el potencial de desarrollo humano y económico. Ya se sabe que los rendimientos de la tierra están bajando. Por ello, para tener suficientes alimentos, y sobre todo regularidad en la producción, se necesita conservar mucho su productividad", indica Antoine Cornet, del Comité Científico Francés de la Desertificación y director de investigación del IRD, quien estuvo en Santiago exponiendo sobre el problema en el seminario "Desertificación, Degradación de la Tierra y Sequía ante Escenarios de Cambio Climático en Chile", organizado por CEPAL y la Convención de la Lucha contra la Desertificación de las Naciones Unidas (UNCCD).
De acuerdo con la información de Cornet, a partir de un estudio de Katyal y Vlek del año 2000, en el planeta de las 4.556 millones de hectáreas pastoriles, el 2% tiene una degradación irreversible, el 72% está con degradación reversible y el 27% no estaría degradado. De las 457 millones de hectáreas de cultivos irrigados por lluvia, el 46% tendría degradación reversible y el 53% no estaría degradado (el 1% restante es irreversible), lo que deja a 216 millones de hectáreas degradadas. Finalmente, de los 145 millones de hectáreas bajo riego, el 28% estaría dañado, pero podría recuperarse, y el 70% no tendría daños.
Y si de América Latina se trata, de acuerdo con los datos de la CEPAL, el 25% de los 20,2 millones de kilómetros cuadrados corresponden a tierras áridas, de las cuales el 75% presenta degradación.
-¿Cuáles son las causas de esta creciente degradación de la tierra en el mundo?
-Básicamente son dos parámetros los que están actuando. El aumento de la población, con sus crecientes necesidades, lo que impone una mayor presión sobre los recursos. A ello se agregan prácticas agrícolas y de uso de la tierra no adecuadas. Por otro lado está la actividad humana, que tiene un papel muy importante. 
Y está también el efecto climático, con épocas de sequías, cada vez más presentes, y los eventos excepcionales, que impactan y degradan. Ahora, el cambio climático será un problema directo para el agro, pero simultáneamente acelerará la degradación de la tierra.
-¿Cuál es el impacto de la desertificación?
-Con la degradación el suelo pierde capacidad de captar el carbono, lo que significa que éste se dispersa, aumentando así las emisiones globales. Los ecosistemas pierden capacidad de adaptarse a ese cambio climático, aumenta la aridez y con eso crece el riesgo de degradación. El suelo al perder su capa vegetal modifica el ciclo hídrico, y se pierden  los sistemas de captación de agua, como la posibilidad de infiltrarse, y también se cae en una sobreexplotación de los acuíferos. Así, enfrentar la desertificación es una medida de adaptación al cambio climático.
Además,  el impacto humano en la pérdida de suelos y de recursos naturales disminuye las oportunidades de desarrollo de las poblaciones, especialmente las más vulnerables, que incluso arriesgan satisfacer sus necesidades básicas.
-¿Qué papel juega en esto la agricultura y lo forestal?
-Tienen un papel decisivo. Las condiciones en que se hace agricultura cambian de país en país y, por lo mismo, el impacto. En algunos puede afectar a la exportación, pero en otros puede ser la alimentación interna. El cambio climático y degradación de suelos pueden cambiar drásticamente el equilibrio actual de estos sistemas productivos con gran impacto humano y ambiental.
-¿Qué tipo de acciones se requieren para detener el avance de esa desertificación?
-A nivel de países tienen que desarrollarse primero un cuadro eficiente de política económica, de incentivos a los agricultores y a los forestales, para que se mejoren las prácticas agrícolas en vías sostenibles. Así, la política económica va a condicionar la acción de la agricultura sobre el medio ambiente. El papel de los agricultores y de los ganaderos es muy importante. Son ellos los que generan las condiciones y permanencia de los recursos naturales y del ambiente. Entonces, los países tienen que darse un marco de política económica y ambiental enfocada a estos temas, a nivel nacional, regional y local. Se trata de materias tan importantes como el ordenamiento territorial.
A nivel de territorio: primero ver  lo que puede pasar según en qué condiciones de degradación se está hoy, los tipos de cultivos que existen y la adaptación que se está produciendo a los cambios climáticos. En esto la clave son los recursos hídricos.
Finalmente, a nivel predial es quizá la acción más sencilla: hay que demostrar a los agricultores que puede haber cambios y generar beneficios, haciendo lo que se llama la intensificación ecológica de su agricultura. Esto es la intensificación productiva basada en el mayor respeto de las reglas del medio ambiente, del uso de la biología y protegiendo el medio ambiente.
-¿Pero cómo se concretan esas acciones para que sean efectivas?
-Hay que desarrollar escenarios que permitan prever cual será el impacto del cambio climático y cómo viene avanzando la desertificación. Esto entrega un marco en el cual se deben desarrollar las técnicas que existen en distintas partes, para ir tomando las medidas de adaptación. La clave es hacerlo dentro de un sistema definido y adecuado, según la proyección de lo que va a pasar. Esto, dentro de una iniciativa global de mejora ambiental, de reducción de la pobreza y de desarrollo sostenible.
-¿Se está a tiempo de actuar sobre la degradación de la tierra?
-Sí. Se están haciendo cosas. Lo que pasa es que se necesita una adaptación en esto. El cambio climático se puede mitigar, pero no a cero. La mitigación es un aspecto, pero la adaptación es clave. Hay que tomar medidas en seguida. Por ejemplo, se necesita proteger las represas, aumentar la disponibilidad de agua por otros medios. Son medidas que hay que aplicar ahora. Porque este proceso va a cambiar el patrón de distribución de los cultivos. Existen técnicas que se pueden utilizar. Por ejemplo formas de conservación de aguas y del suelo que mejorarían la retención de agua y de elementos fertilizantes; la agroforestería, que permite proteger el suelo y acumular materia orgánica, entre otros beneficios; el uso de siembra directa.
Aquí es clave generar mayor conciencia en la sociedad
-Eso implica cambios que no son fáciles ni baratos
-Para eso hay incentivos y herramientas para favorecer la adaptación.
Aquí hablo de acciones no sólo a nivel de política. Hay herramientas como los pagos ambientales, los incentivos, pero también hay otras cosas como pagos de servicios de ecosistemas, que es una forma más regulada por el mercado.
-En este proceso de adaptación, ¿se debe privilegiar la acción política o dejar que actúe el mercado?
-Ni uno ni otro. Ninguno es suficiente por sí solo. Aquí las acciones deben ser unidas. Lo mismo ocurre con los recursos económicos. Deben ser públicos y privados, porque no son suficientes por sí mismos.
-¿Cuál es la situación que ve en Chile?
-Chile ya tomó en cuenta el problema de la degradación. Algo similar ocurre en el resto de América Latina, donde se está avanzando bastante en la toma de conciencia. Entiendo que hay medidas locales, como la de recuperación de los suelos, que son importantes. También he visto que existe conciencia en los medios científicos y en los políticos. Pero Chile está muy afectado y requiere tomar medidas.
Degradación: la pérdida de productividad biológica y económica de las tierras.
Desertificación: la degradación de tierras en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas.
 Situación en ChileUn estudio de Conaf determinó que más de dos tercios del país está desertificado en niveles moderado y grave. El mapa reconoce que el 33,15% está con desertificación grave. 
Según el informe de Wilfredo Alfaro, Punto Focal Nacional UNCCD, de la gerencia forestal de Conaf, "Chile es uno de los países más afectados a nivel mundial por el avance del desierto, la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía, en un nivel sólo comparable al de los países del África Sub-Sahariana". 
De acuerdo con lo expuesto por Alfaro, las principales causas de la desertificación y avance del desierto del país se asocian a "los procesos de deforestación que de manera histórica sufrió el país, los incendios forestales, las malas prácticas agropecuarias en terrenos forestales, así como los efectos del cambio climático en la variabilidad del clima". Lo anterior provoca la reducción de las precipitaciones, el retroceso de ecosistemas frágiles, como los glaciares, y el empobrecimiento y migración rural en las áreas afectadas por la degradación de la tierra y la pérdida de productividad biológica y económica asociada, enfatiza el experto.
Fuente: http://diario.elmercurio.com/2011/12/05/revista_del_campo/_portada/noticias/8918599F-2F5B-4467-AA27-598FB5C4C439.htm?id={8918599F-2F5B-4467-AA27-598FB5C4C

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