sábado, 17 de abril de 2010

Perfil del Corrupto Chapín

Renato Lechuga García rlactucas@hotmail.com
Gestor y Planificador Territorial Municipal

Analizar la personalidad del corrupto nacional es una tarea extremadamente delicada, que compete un poco a las disciplinas de las ciencias de la salud, pues en su composición confluyen fuertes componentes patológicos, pues se trata de individuos que no se asumen como corruptos, además carecen de culpa, lo que les da un toque de psicópatas de la administración pública, dada la ausencia de culpabilidad ante acciones que a simple vista son consideradas como poco éticas por el conjunto de la sociedad.
Nos preguntamos: ¿son realmente inconsciente del daño que están haciendo a la sociedad o son cínicos, y/ o cínicos e inconscientes? Todo es posible en un escenario tan complejo como el que se presenta en este país, donde además, los antiguos corruptos emergen como figuras éticas, desarrollándose un discurso ético disfuncional, que también nos remite a cierta patología como es la agnosia, que no es más que una alteración de la capacidad de la percepción, que incapacita a alguien para reconocer personas, objetos o sensaciones que antes le eran familiares.
Lo que llevado al plano del corrupto local, se traduce en una pérdida recurrente de la memoria -administrativa, olvidando las formas y los espacios en los cuales se han desempeñado, de aquí que no recuerden el dispendio, la retención de posesiones públicas, los privilegios de cargos extendidos a familiares, las comisiones, los viáticos, los tres cheques, las tarjetas de crédito, los viajes al exterior, los regalos a las amantes con el dinero del erario público, los bonos soberanos y el destino de esos fondos. El uso abusivo de la caja chica, las instituciones y la gente que está en ellas, sutilezas de la corrupción.

Fig. 1 Muestra Tulio Turpén en el humor de Harold Priego, es el corrupto.
En esta población con mente del olvido, lo único que no ha olvidado es que, los actos de corrupción son difíciles de comprobar, aunque sean muy evidentes, lo que le permite un accionar infinito, ante la falta de sanción. Lo que sin lugar a dudas puede dificultar los niveles de percepción del corrupto.
El corrupto activo, desarrolla una conducta mucho más aguda, no se asume, no se percibe como tal, sus actos de corrupción no los ve como tales, dentro de esta "sinceridad gerencial" del reparto, siente que es incomprendido por el resto, los no corruptos, que en el fondo lo que están es envidiosos de su buena suerte, esos que les critican no ven, que él está allí haciéndole un gran favor a la nación, sacrificándose, al aceptar el puesto. Creyendo firmemente que nadie lo hará mejor que él, lo que explica la necesidad de permanencia.
En su rol de funcionario, "sacrificado" hay una sobre valoración de sí mismo, que también remite a ciertas patologías de la personalidad, pues se trata más bien de complejos de inferioridad mal trabajados, que se ponen en evidencia cuando hacemos un análisis de contenido del discurso de esta gente. La manera de hablar, la fraseología, las entonaciones, los tiempos, los silencios. Un cierto vació del conocimiento adornado por seminarios, talleres, diplomados y licenciaturas, que les permiten creer que además de funcionarios son intelectuales, que pueden cambiar su historia personal, borrar el pasado mediante un puesto, algo que se da mucho en algunas instituciones descentralizadas, donde a medida que se va escalando de secretaria a Directora, de mensajero a Gobernador etc., se va pisoteando el entorno y se va perdiendo la memoria, de la historia personal, asumiendo una personalidad fantasma. 
Ya no nos recordamos de la gente, olvidamos los nombres de los que nos han ayudado, los rostros, porque nadie se quiere recordar de lo que fue... Se van olvidando de sí mismo, para aterrizar un día en la depresión-confortable, tras la pérdida de puesto.
Ya que si bien, el desempeño del cargo permitió la construcción de una cierta identidad social y económica, un reconocimiento de autoridad, todas estas cosas se desvanecen al dejar la posición. Pues pertenecen al rol desempeñado y no a los individuos en sí.
Existiendo algo que los ancla al pasado, muy a pesar de las posiciones y posesiones, que están allí para mal cubrirlos, pues en definitiva un celular de moda, un vehículo del año, no pueden cambiar los obscuros espacios del alma donde se han instalado ciertas carencias existenciales y morales. 
Es esta desesperación del querer trascender lo intrascendente, lo que ha llevado a muchos individuos en esta sociedad a pretender que la cosa pública les pertenece, en el instante mismo en que empiezan a relacionarse con ella, siendo un puesto público, la única manera de construir referentes sociales y económicos.
Las capacidades estratégicas para mantenerse por encima de todo en las posiciones.
Por último cabe señalar la paranoia, que desarrollan tras alcanzar alguna posición, destacándose la incapacidad de andar solos por las calles, es frecuente verles con 2 y 3 guardaespaldas. Se sienten perseguidos y amenazados por ellos mismos, ya que no existen antecedentes de que fuera agredido funcionario alguno. 
La figura de un motorizado abriendo espacios por estas calles llenas de huecos y sin aceras, les hace sentir más importantes, algo que definitivamente sólo el corrupto puede experimentar y explicarnos, pues cuando pierden el puesto y con él los privilegios, vuelven a andar solos. Qué se siente cuando tras no haber tenido nada, Ud. se descubre repentinamente rodeado de lujos, de halagos, atenciones extrañas, Ud. que no está habituado a nada más que a comer para saciar el hambre. Aquí sin lugar a dudas debe darse un desdoblamiento de la personalidad, lo que llamaríamos los chapines, "subírsele el puesto a la cabeza".
 Fig. 2 Muestra una figura de Maximon, quien da bendición, sabiduría y poderes mágicos a quienes le buscan.
No olvidemos que en Guatemala nuestras autoridades practican el mal por inercia y el bien por equivocación, sin olvidarnos que en su momento ellos clamaron contra los abusos de poder, cuando aspiraban a cometerlos en beneficio propio. 

Como podemos apreciar el problema de la corrupción, pasa necesariamente por los espacios de la psiquiatría entre otras cosas. Para lo cual recomendamos que los organismos de prevención del flagelo de la corrupción, hagan un llamado a los especialistas de la salud mental, a fin de que nos ayuden a explicarnos lo que parece más bien una epidemia en el país.
Bibliografía.
Castillo, Amanda.

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