Democracia Y Normas De Condominios De Guatemala

Democracia Y Normas De Condominios De Guatemala

Prohibido Tener Perro. Prohibido Tender Ropa En El Frente De La Casa. Prohibido Recibir Visitas Por La Noche. Cada Vez Hay Más Reglas Que Nos Rigen. Vivir En Comunidad Implica, A Veces, Perder Libertades.

Por: Marta Sandoval msandoval@elperiodico.com.gt

Leímos para usted.

Cinco veces lo ha propuesto. Cinco se lo han negado. Pero la última los vio menos tajantes, hubo menos risas y menos gritos también, así que puede que a la próxima lo acepten. Lo que Carlos quiere es que sus vecinos aprueben una nueva norma en el reglamento: Prohibido Caminar Con Tacones Dentro De Los Apartamentos. En el de arriba viven tres mujeres que se pasan el día zapateando, lo que es peor, los fines de semana suelen llegar de madrugada y lo despiertan con el taconeo. A los demás residentes la normativa les parece un tanto descomunal, pero Carlos no se cansará de proponerlo hasta que le den el sí.

Las asociaciones de vecinos poseen personería jurídica mas no hay una entidad estatal que supervise sus reglamentos.

Las reglas en las viviendas son así, se arman al gusto de los vecinos. En una asamblea se alzan las manos y con eso basta para que otros tengan que regalar al perro, dejar de tender la ropa en el balcón u olvidarse para siempre de las fiestas en casa. Los precios por vivir en comunidad, a veces son altos.

Hace unos años las reglas de convivencia eran casi inexistentes, unos cuantos edificios y condominios las tenían, pero en las casas individuales cada quien hacía lo que le venía en gana. Tener cinco perros o usar la sala como oficina no había sido un problema, hasta hace poco, ya que con la llegada de las garitas y la contratación de policía privada los vecinos tuvieron que organizarse. La Organización Trajo Las Reglas.

Acatarlas o no, he ahí el dilema. En una colonia de la zona 11 la casa que está justo al lado de la garita casi siempre exhibe ropa tendida en un lazo improvisado en el garaje. La asociación de vecinos le ha repetido hasta la saciedad a la dueña que la ropa debe secarse adentro, donde no se vea. Pero ella se niega, “si les ofende miren para otro lado”, les dijo, “en mi casa yo hago lo que quiero, y la ley no prohíbe colgar calzones en la puerta”, remata burlona. ¿Es eso verdad?, ¿en mi casa puedo hacer lo que quiera?

Por más que se viva en un condominio, los vecinos niegan dejar sus hábitos del área rural.

“Si decidió voluntariamente ser miembro de la asociación de vecinos deberá respetar las normas que imponga la mayoría”, explica Edgar Paiz, abogado de Reliance Property Management, empresa dedicada a la administración y mantenimiento de inmuebles. Es decir que al asociarse dejó en manos de la mayoría las nuevas normas que regirían su vida y si no le gusta tendrá que aguantarse. Pero nunca es tarde para dar marcha atrás: “nadie está obligado a ser parte de una asociación de acuerdo al derecho constitucional de libre asociación, por lo tanto puede solicitar que acepten su renuncia, entonces sus normas ya no serían de obligatorio cumplimiento para él”, agrega. Al retirarse de la asociación puede libremente tender la ropa frente a la vivienda, tener un perro, y entrar y salir a la hora que le plazca, pero las reglas que se impongan en las áreas comunes como parques, juegos infantiles o salones de eventos deberá respetarlas.

Existen vecinos que se apropian de los Parqueos Püblicos para expandir su propiedad y sin importarles el bien común

Sin embargo, esto no se aplica para los que residan en edificios, para ellos se aplica el régimen de Propiedad horizontal. El Código Civil, en su Artículo 535 dice: “Cada piso, departamento o habitación puede transmitirse o gravarse con independencia del edificio total de que forma parte. El propietario tiene derecho de usar, gozar y disponer de él con las limitaciones que establecen las leyes, escritura constitutiva del régimen y reglamento de copropiedad y administración”.

Es decir que los residentes de edificios tienen, por ley, que acatar los reglamentos de copropiedad, que incluyen además pagar los gastos de mantenimiento del inmueble. “En estos casos las prohibiciones y el régimen se inscriben en el Registro General de la Propiedad y las decisiones de la mayoría sí son vinculantes”, explica Paiz.

En el edificio Bella Vista, de la zona 13, ya dos vecinos han perdido la batalla. Uno de ellos se negaba a pagar la cuota de seguridad; tras un año de mora se le demandó y tuvo que saldar, además de sus mensualidades atrasadas, los honorarios del abogado de la asociación de vecinos. El otro caso lo perdió una mujer que vendía ropa en su casa. Se anunciaba en vallas y recibía a sus clientes en el apartamento. Las reglas del edificio prohíben tener cualquier tipo de negocio en la vivienda. La chica tuvo que mudarse.

Siempre existen vecinos que se Apropian de las áreas verdes para expandir su propiedad y sin importarles el bien común.

Y qué debería hacer un vecino al que le perjudican las reglas aprobadas por la mayoría. “Demandar”, responde el abogado Paiz, “aunque una norma se decida por la mayoría eso no implica necesariamente que sea legal. En caso de que decida demandar, la demanda debe dirigirla en contra de la asociación, sin embargo si se puede probar que son dos o tres personas físicas las que están cometiendo abuso escudándose en la asociación, entonces se les podría demandar personalmente”, amplía el letrado.

CULTURA DE EDIFICIO

Ana Cristina lleva dos meses con el lavatrastos inutilizado. El plomero le dijo que para repararlo se llevaría unas tres o cuatro horas. Ana trabaja de ocho de la mañana a seis de la tarde y por el tráfico nunca vuelve antes de las siete. Así que el único momento en que podría recibir al trabajador es el fin de semana. Pero las reglas de su condominio prohíben que se haga cualquier tipo de reparación en fin de semana. Así que lleva dos meses lavando los platos en el lavamanos. “La excusa que ponen es el ruido, pero este señor dará uno o dos martillazos y nada más, no tiene sentido”, se lamenta.

Mudarse en fin de semana también es prohibido, no quieren perturbar la paz de los residentes en sus días de descanso.

Otros condominios obligan a pintar la casa cada año, sin importar cómo esté la pintura, y si el dueño no tiene dinero deberá pedirlo prestado, porque nadie quiere que una casa fea opaque a las demás.

Para crear un reglamento de convivencia primero hay que crear una asociación o comité de vecinos. Cuando una colonia se cierra con garitas o cuando un edificio o condominio nuevo se termina de vender, todos los residentes deben reunirse para elegir a sus autoridades. Después deben inscribirse, si es una asociación, en Gobernación Departamental, y si es un comité en la Municipalidad.

Cuando la asociación está ya integrada es hora de normar la convivencia entre los vecinos. Para hacerlo existen dos opciones: que los propios vecinos dejen en manos del presidente y vicepresidente de su comunidad la creación de las normas, o bien que todos se reúnan y acepten lo que la mayoría quiera. Al tener escrito el reglamento cada residente recibirá una copia y tendrá que reacomodar su vida a los nuevos decretos.

“No tenemos cultura de la vida en un edificio”, reflexiona el arquitecto José María Magaña, “seguimos con la mentalidad de estar con los pies en la tierra. Recuerdo los proyectos de los multifamiliares del Banvi. La gente se fue a vivir allí porque era una opción bastante económica, pero la falta de cultura hizo que vivir allí fuera un infierno, cada quien en su casa era el rey. Si ya a veces es difícil vivir en comunidad, el impacto es más fuerte cuando es con pared –arriba, abajo y a los lados– de por medio”, agrega.

Si bien parece imposible que podamos vivir en paz sin antes establecer reglas de convivencia, crearlas puede ser motivo de conflicto también, porque la voluntad de la mayoría no siempre es la de todos. “Las Personas Que Viven En Los Condominios Crean Sus Propios Mundos Con Sus Propias Leyes Y No Sé Hasta Qué Punto Eso Es Bueno”, dice el psiquiatra Rodolfo Kepher. “Es Volver A Un Régimen Feudal, Donde Nos Dicen Que No Podemos Tener Perros, Nos Dicen Dónde Parquear Y A Qué Horas Salir”, añade.

Ninguna autoridad estatal supervisa los reglamentos de vecinos. “Aquí registran solo sus estatutos”, cuenta Ángela Osorio, registradora de Gobernación, “al tener personalidad jurídica hacen su propio reglamento que es interno, nosotros no podemos inscribirlo”, comenta.
Sin control de nadie, un presidente de vecinos puede llegar a ser un pequeño dictador, alguien que controle las vidas de los demás a su antojo, ellos le han dado poder y ya se sabe, hay gente que no puede lidiar con el poder. Pasó en una colonia de la zona 21. La presidenta de la comunidad ordenó todo tipo de cosas absurdas. Solo una de las vecinas la desafió. El caso llegó a la Oficina del Procurador de los Derechos Humanos (PDH), la vecina se quejó de que la presidenta llegó incluso a amenazarla por no cumplir sus normas, “temo por mi integridad y la de mi familia”, escribió en su denuncia. El PDH pidió medidas de protección para ella y dio el aviso al Ministerio Público (MP) para que investigaran a la presidenta.

EL ENCIERRO DE LA INSEGURIDAD

Vivir en comunidad es una forma de protegernos contra la inseguridad. Si se han cerrado las calles y se han organizado los vecinos es para poder pagar policías que les cuiden. “Privatizar un espacio y hacerlo seguro es el pretexto”, comenta Kepher. “Es Un Sistema De Vigilancia En El Que Quien Entra Tiene Que Dejar Sus Datos, Pero El Que Está Adentro No Sabemos Si Es Bueno O Es Malo. No Es Justo Que Sea Vigilado Por Alguien Que No Se Sabe Si Es Bueno O No”, opina.

Para poder cerrar un bloque se necesita contar con la aprobación de al menos el 80 por ciento de los vecinos. Con esas firmas se puede pedir la autorización a la Municipalidad y empezar la obra. Los que no estuvieron de acuerdo no contribuirán con las cuotas mensuales. Muchas Colonias Han Dispuesto Que El Que No Paga Debe Bajarse A Abrir Y Cerrar La Talanquera O La Puerta, Lo Que Muchos Ven Como Una Falta A La Libertad De Locomoción Que Garantiza La Constitución.

“Si van a poner las garitas en funcionamiento a pesar del descontento de algún vecino, deben garantizar los derechos de los vecinos que no desean aportar, no imponiéndoles ninguna limitación para llegar a sus hogares, como por ejemplo solicitarles licencia cada vez que entran, o hacerlo dar la vuelta por otro lado más alejado, etcétera. Hay precedentes constitucionales que hablan de estos casos y la Corte de Constitucionalidad (CC) ha resuelto que no se puede vedar el libre acceso a la propiedad ni obstaculizarlo”, argumenta Paiz.

Algunos ven en las garitas la única forma de sobrevivencia y otros una forma de cortarnos libertades. “Sociológicamente Hablando Estamos Reproduciendo Lo De Los Paramilitares. Cuando Se Privatizaba El Esfuerzo Político De Manejar La Violencia, No De Enfrentarla, Sino De Manejarla”, explica Kepher. Las garitas representan también desigualdad, porque hay vecinos que no son capaces de pagar la suma mensual, aunque quieran. 

¿Qué pasaría si no nos organizamos? “Podría ser un poquito mejor”, piensa Kepher. “Al Vivir Dentro De Un Condominio Qué Importa Lo Que Pase Afuera, Es Una Especie De Narcisismo Social. Es Algo No Formativo, Algo Que No Forma Ciudadanía Sino Simplemente Vecinos Fortificados”.

2.2% de los guatemaltecos vive en apartamentos.

90.4% vive en  casa formal.

3.8% vive en cuarto  de vecindad.

2.8% habita en rancho.

0.8% en vivienda  improvisada.