domingo, 6 de febrero de 2011

Quiero Ser Agrónomo de la ENCA


El 19 De Julio Del 2010, Noé Ajquejay Ichoj, De 16 Años, Fue Arrastrado Por Una Máquina Trituradora De Pasto, Por Lo Cual Perdió Una Pierna. El Accidente Ocurrió Mientras Efectuaba Una Actividad Asignada En La Escuela Nacional Central De Agricultura (ENCA), En Bárcenas, Villa Nueva, Donde Cursaba El Primer Año.
“Quiero Ser Agrónomo”
Por: CORALIA ORANTES
La Nota ENCA.
Noé asegura que fue enviado a utilizar esa maquinaria sin instrucción alguna y sin supervisión del docente a cargo de la materia. La ENCA le ofreció entonces costear los gastos médicos y una indemnización, cosa que seis meses después no se ha cumplido.
Por si fuera poco, la referida institución le ha cerrado las puertas y no le ha permitido su inscripción, con el pretexto de que perdió cursos, a pesar de que eso se debió al percance que sufrió en esas instalaciones.
Tras Un Sueño
Noé es el sexto de 12 hijos de la familia Ajquejay, y sus ojos brillan cuando habla de sus sueños y metas por estudiar y graduarse de perito agrónomo, ya que su gran finalidad es ayudar a su familia. Sus padres lo único que piden es justicia y una oportunidad para que el joven se pueda desarrollar como profesional.
De niño, Noé siempre acompañaba a su padre, Nicodemo, a los cultivos de maíz y frijol. “Mi deseo nace porque mi papá es agricultor; cuando era pequeño iba a trabajar con él, había cosas que no sabía por qué se hacían o cómo mejorar la producción. Allí me nació el interés, y cuando tuve la oportunidad decidí esa carrera”, explica.
Su ingreso en la ENCA no fue sencillo, debido a que la familia no contaba con los recursos para pagar la carrera, por lo que Noé optó a una beca, la cual ganó al aprobar todos los exámenes.
Ahora, con la voz quebrada, asegura que no quiere que su sueño muera.
Quisiera que me dieran la oportunidad de terminar las clases y tener una prótesis, para así hacer los trabajos del campo, pues en muletas es un poco difícil; pero primero Dios voy a poder regresar a estudiar”, dice el joven.
EL DÍA DE LA TRAGEDIA
Noé viajó a su casa, ubicada en Chimaltenango, el fin de semana previo a la tragedia; allí se reunió con toda la familia para celebrar el cumpleaños de su padre.
El festejo fue sencillo, pero alegre, porque lograron reunir a sus 11 hermanos y sus progenitores. Ese mismo día regresó a la ENCA, porque el lunes a primera hora reanudaba sus clases.
El 19 de julio se levantó temprano, como era costumbre, y la docente encargada del curso Producción Animal los dividió en diferentes actividades. A él y varios de sus compañeros los mandó a cortar pasto y triturarlo con una máquina.
El turno de mi grupo fue a eso de las 10.30 horas. Recuerdo que estaba lloviznando; cortaba el zacate y lo trasladaba a la máquina. Cuando me tocó meter el pasto en la picadora, había quedado un poco en el suelo y yo estaba parado sobre él, cuando uno de los discos lo jaló, y a mí también”, cuenta Noé.
A su lado están María Leonor, su madre, y sus hermanas Silvia y Esther, cuyos ojos se llenan de lágrimas al oírlo.
Los bomberos tardaron dos horas en sacarlo de la máquina y después lo trasladaron a un hospital privado.
A los padres les avisaron del percance, pero no les explicaron la magnitud, hasta que al llegar al hospital les dijeron que era necesario amputarle la pierna.
Fueron momentos de angustia; no lo podía creer y me preguntaba qué sería de mí”, comenta Noé.
Regresó a la ENCA, pero una semana después había exámenes del segundo ciclo.
Las cosas no fueron fáciles para Noé, ya que tuvo que usar muletas y una silla de ruedas que sus compañeros le proporcionaron. Se deprimió debido a que en su mente se repetía una y otra vez el momento trágico. El 26 de noviembre fue el último día que estuvo en la ENCA, se despidió de sus compañeros y quedaron de revisar las calificaciones obtenidas.
Dadas las circunstancias y a su depresión, así como la nula ayuda psicológica, Noé perdió cuatro clases, dos de ellas prácticas. Las autoridades de la ENCA decidieron aplicar sin consideración el reglamento, que ordena la expulsión.
Su padre habló con los directivos para que le dieran una oportunidad, pero esta le fue negada.
Su madre asegura que Noé es buen hijo y estudiante, pues fue abanderando en la escuela y el instituto donde cursó la primaria y el ciclo básico.
Espero que Dios haga justicia y que mi hijo pueda salir adelante”, expresa doña Leonor. Mientras, Noé ya maneja con destreza las muletas, busca quién le done una prótesis y mantiene una meta fija en su mente: “Quiero ser agrónomo”.
Nota: No se agregan imágenes por respeto al adolescente afectado y porque me provoca una indignación de parte de las autoridades parásitas de esta linda Escuela.
Atte. Renato Lechuga García.

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