Renato Lechuga García
Gestor y Planificador Municipal
En el verano de aquel año de 1,980 un grupo de niños que jugábamos a ser Boy Scout corrimos frente al atrio de la Parroquia de Chiquimulilla en búsqueda no de una palabra que llenara nuestro espíritu, corrimos en pesquisa de la carretilla de Jose Luis Pérez para comprar un helado de paleta, un vasito o un pachuco, se compraba lo que alcanzaba con una choca. Imágenes son las que albergan mi memoria de esa tarde inolvidable que nació el apodo de Cocholate, sin saber que 30 años después aún se me conoce con ese mote con los amigos de esa generación.
No he venido hablar este día de mí, pero de una u otra forma mi memoria me transporta hacia los escenarios de los campos de fut-bol Escolar o Conacastes, en que siempre se le compro una paleta para aplacar el calor y los nervios que encendían los equipos del Chamchi, Tamarindo, 4 Calles, Los Cerritos, Las Lisas, entre otros.
Dejo nuevamente mis recuerdos personales y entraremos hablar de él. Si, el que por años le hemos sobre nombrado Guicho Pescadito y le seguimos recordando en este mundo virtual donde hoy le damos un pequeño homenaje a los seres humanos que han hecho historia en la tierra del canal.
Distante en años estaba de encontrarme con Guicho Pescadito, pero en efecto una mañana frente al atrio de la Iglesia le vi en condiciones físicas y de salud muy deplorables, en ese momento cruzaron un sin fin de ideas que trataba de digerir mi mente de alguien que en su momento vendió por espacio de más de 40 años helados en nuestra ciudad y ahora le veía pidiendo limosna para sobrevivir.
Adelso, Jose Luis Pérez y Renato Lechuga -De Izquierda a derecha-
En el mes de enero de este año decidí buscarle y fue una tarea dura de toda una mañana, ya que los vientos de fin de año habían obligado a Pescadito no salir a pedir su limosna diaria, sumado a ello que venía saliendo de una gripa fuerte. En el camino encontré al amigo Adelso y él me condujo hacia el callejón del Hotel San Carlos donde se encuentra la casa donde vive el nonagenario Pescadito y bueno, actualmente un buen samaritano lo alberga desde hace más de 15 años.
Bueno, fue una alegría verle y aunque no me reconoció fue un momento ameno platicar con él y escucharle decir que se transporta hacia la esquina de donde se ubicó la Librería Central en un Tuc – Tuc y que esos días para él eran perdidas porque no ajustaba el dinero para la compra de su medicina. Bueno Jose Luis Pérez espero verle pronto y platicar nuevamente con su persona y siempre agradecerle su fineza de atenderme.
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