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Renato Lechuga
Es oportuno expresar algunas estadísticas obtenidas de fuentes oficiales y de organismos internacionales: El 68% de los 13 millones de guatemaltecos tiene menos de 30 años de edad (INE). Los jóvenes representan el 30% de la fuerza laboral nacional (Población Económicamente Activa) estimada en 5 millones de personas. El 84% de jóvenes trabaja en la informalidad, sin gozar de ningún tipo de prestación laboral. Unos 130 mil de ellos se integran cada año al mercado laboral y sólo un 20% logra un empleo formal (anualmente más de 100 mil jóvenes se suman al desempleo abierto o en el mejor de los casos al trabajo informal).
El empleo es un requisito básico para que la juventud pueda desarrollarse, pero debe ser integral, que permita que el trabajador tenga acceso a la atención médica, educación, capacitación y estabilidad plena. Incluyendo a jóvenes que trabajan en el sector formal e informal, el 53% labora en actividades agrícolas de subsistencia, 31% en el sector servicios (básicamente venta callejera) y un 16 por ciento labora en la industria. La población de Guatemala se duplica cada 25 años, para el 2035 tendremos 26 millones de personas, existirán más de 9 millones de jóvenes en el mercado laboral, de no existir suficiente oferta, las tensiones sociales habrán de agudizarse aún más (incremento de pobreza, migración y delincuencia juvenil).
No tengo el honor de conocer personalmente al Sr. Ministro de Trabajo y Previsión Social, licenciado Édgar Alfredo Rodríguez. Pero seguramente muchos guatemaltecos quisiéramos de él una mayor presencia en los medios de comunicación, una mayor exposición de las acciones que en materia pública laboral está implementando esa cartera en beneficio de toda la población económicamente activa de Guatemala, con énfasis en nuestra juventud. El modelo económico de Guatemala, bien identificado por Raymond Barré como primario, dual, inestable y dependiente, ciertamente ha reproducido todas sus contradicciones y las ha potenciado durante décadas, por lo que resulta imposible que una administración de tan sólo cuatro años pueda -en materia laboral- modificar una estructura de trabajo aberrante y excluyente como la nuestra. Pero como expresa esa sabia máxima hindú: “un largo camino de 5 mil leguas se inicia con un paso”. ¿Hemos dado ya ese paso, Sr. Ministro?
Nada puede ser más frustrante para los padres de familia que luchar durante años por la educación de sus hijos, con grandes esfuerzos y sacrificios y que éstos una vez terminados sus estudios, experimenten la grotesca realidad laboral de Guatemala, en donde la búsqueda de un empleo es una odisea y el tenerlo una proeza. ¿Pero qué ocurre con la mayoría de ellos que no lo encuentran? ¿En dónde queda su derecho al trabajo y a su dignidad humana?
Sr. Ministro, ¿sabe usted lo que piensan los jóvenes y sus padres al respecto? Ruégole que nos responda, qué es lo que su ministerio está haciendo al respecto.
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